Hoy nuestro tema se aleja un poco de la Liturgia o Doctrina de Nuestra Fe y enfoca un asunto de actualidad que merece ser considerado, estudiado y repudiado.
Recientemente ciertos medios de comunicación en su afán sensacionalista y por qué no decirlo, con el encubierto propósito maligno de desprestigiar a nuestra Santa Iglesia Católica, publican en letras enormes y a ocho columnas los pecados cometidos por algunos sacerdotes católicos en agravio de menores de edad. No defendemos la actitud y graves faltas de los implicados en los casos de pedofilia y de pederastia. Ellos bien saben cual es el castigo por haber cometido tan irreparables crímenes. Dejemos que la Justicia Divina y la humana den su justo dictamen.
Ahora bien, desde que el mundo es mundo, y desde que nuestros padres Adán y Eva pecaron la humanidad alentada por su peor enemigo, Satanás, se ha dedicado constantemente a quebrantar las Leyes Divinas y las Leyes Humanas. Y sus crímenes han sido juzgados y castigados millones de veces sin que se haga escarnio de los culpables.
Pero hoy, tratándose de la Iglesia Católica, sus enemigos ven con satisfacción la oportunidad de condenar y tratar de manchar su Sagrada envestidura por el hecho de que algunos de sus miembros se apartaron de la senda del bien siguiendo las insinuaciones del demonio. Dios en lo inmenso de su inteligencia y en lo infinito de su sabiduría dará el veredicto y pena que los culpables merecen.
Otros hechos que son dignos de mencionarse por el respeto que nos debemos los Adoradores Eucarísticos Perpetuos de Ciudad Cardel son las maquinaciones de algunos delincuentes, apoyados por la falta de fe y fortaleza de algunos creyentes.
En días recientes una serie de rumores, divulgados bajo el cobarde anonimato, por gente inescrupulosa están tratando de amedrentar a nuestros adoradores para que dejen de asistir a sus horas santas, señalándoles peligros que verdaderamente no existen y solo son concebidos por las mentes enfermizas de nuestros endemoniados y procaces enemigos, a cuya cabeza se encuentra Satanás, enemigo número uno en el mundo de las Capillas de Adoración Eucarística Perpetua.
Hermanos,
Nuestro escudo es nuestra fe y fortaleza
¿Habrá acaso en el universo fuerza mayor a la de la Santísima Trinidad?
¡No prestemos atención a rumores miserables!
En respuesta a ellos oremos, ¡Sí!,
Y que el engrandecimiento continuo de nuestra capilla sea la demostración irrefutable de nuestras creencias y la victoria definitiva del bien sobre el mal.
¡Viva Jesús Sacramentado!