El Jueves Santo, Jesús celebró con sus apóstoles la Última Cena en la que se consumó el acto más grandioso del Amor Infinito del Hijo de Dios para con la humanidad.
La Transubstanciación al convertir el Pan y el Vino en el Cuerpo y Sangre del Señor.
¡Milagro de Milagros!
Misterio Portentoso, síntesis de un amor sin final donde Dios Todopoderoso por intermedio de su Unigénito concede al hombre la Gracia de recibir en su alma el Cuerpo y Sangre del Dios hecho hombre.
No existen palabras para describir lo que es la Eucaristía, porque la Eucaristía es Dios, y a Dios nadie ni nada lo puede describir.
He aquí la descripción que hace el Evangelista Lucas de las Palabras que Jesús pronunció en la Última Cena (Lucas 22, 14-20)
"En verdad, he deseado muchísimo comer esta Pascua con ustedes antes de padecer, porque les aseguro, ya no la volveré a celebrar hasta que sea la Nueva y Perfecta Pascua en el Reino de Dios"
"Tómenla y repártanla entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del jugo de la uva, hasta que llegue el Reino de Dios".
Después, tomó el pan y, dando gracias, lo partió y se los dio diciendo:
"Esto es mi cuerpo, el que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía"
Después de la cena, hizo lo mismo con la copa. Dijo:
"Esta Copa es la Alianza Nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes"
Con estas palabras Jesús Nuestro Señor instituyó la Eucaristía, para que todo aquel que comiera su cuerpo y bebiera su sangre tuviera vida eterna. Igualmente quiso que por este acto se le recordara no como se recuerda a un muerto, sino que recordáramos la intervención de Dios que nos salvó por el sacrificio de su Hijo.
¿Podemos acaso dudar de las palabras del mismo Jesús y negar lo afirmado por Él mismo en la Última Cena, como es relatado por los cuatro Evangelistas en la Santa Biblia?
De ninguna manera podemos negar lo evidente, Jesús está presente en el Santo Sacrificio de la Misa, donde después de la Consagración la Hostia se convierte en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Redentor. Existen pruebas irrefutables que demuestran que la Sagrada Hostia es verdaderamente el Cuerpo y Sangre de Jesús.
Testimonios de creyentes y sacerdotes que por un momento dudaron de este Gran Misterio, recibieron una prueba contundente que borró de sus mentes y almas la inseguridad de sus creencias y alabaron y adoraron por siempre a la Santísima Eucaristía.
Queridos hermanos, en estos Días Santos de recogimiento y contemplación, vayamos todas las veces que podamos y aún cuando no podamos literalmente hacerlo, a visitar a Jesús Sacramentado en nuestras capillas de Adoración Eucarística Perpetua.
¡Demos de beber al Cristo sediento el agua pura del manantial
de nuestras oraciones!
¡Demos compañía a Jesús en su abandono!
¡Enjuguemos sus lágrimas de dolor con la dulce tibieza de nuestro amor!
¡Llevémosle la rosa blanca de nuestra alma y vida
envuelta en las cuentas de un rosario y
dejemos que la Virgen Santísima la deposite humildemente a sus pies!
Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!