Pocos casos existen de una difusión tan rápida y global de una devoción a la Virgen María como el cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, a quien la Iglesia Católica celebra su fiesta precisamente el día 27 de junio.
La historia señala que durante el siglo XV, vivía en Creta (isla situada al sur de Grecia) un acaudalado y próspero negociante, muy piadoso y hombre religioso, que poseía una pintura, de posible origen bizantino, de la Virgen del Perpetuo Socorro.
Ante una amenaza que se cernía sobre la sagrada imagen el comerciante decidió empacarla y trasladarla para su seguridad a Roma, pero durante el viaje por mar se produjo una furiosa tempestad que ponía en peligro la integridad del barco. El comerciante desempacó el cuadro y levantándolo imploró a Dios, y no bien había proclamado su súplica, cuando milagrosamente el mar se calmó y llegaron salvos a su destino gracias al milagro de la Virgen del Perpetuo Socorro.
Llegado a Roma, el comerciante decidió visitar a un matrimonio muy amigo a quienes narró la historia del viaje mostrándoles el milagroso cuadro. La esposa del amigo quedó muy impresionada por la belleza del cuadro y solicitó quedarse con él. A lo cual, tras repetidas súplicas, accedió a entregárselo al devoto matrimonio.
Luego de pasados algunos años, el comerciante enfermó de gravedad y se le apareció la Virgen del Perpetuo Socorro solicitando que su cuadro fuera exhibido al público en una Iglesia de Roma. Petición que llegó a conocimiento de los poseedores del cuadro. Que se negaron a desprenderse de él.
La virgen esta vez se le apareció a la hija de la dueña del cuadro y pidió que le dijera a su madre que quería que fuera puesta en el altar de la iglesia en Roma que se encontraba entre la Basílica de Santa María la Mayor y la de San Juan de Letrán, y allí permaneció por más de trescientos años, donde sirvió como medio para incontables milagros.
En el año de 1798 Napoleón y sus tropas invadieron Roma cometiendo infinidad de tropelías entre las que se cuenta la destrucción de más de treinta iglesias entre las cuales se encontraba la de San Mateo donde se veneraba a la imagen del Sagrado Cuadro. Un Padre Agustino, custodio del cuadro, logró sacarlo secretamente del altar antes de la destrucción de la Iglesia.
Transcurridos los años una nueva Iglesia, la de San Alfonso, fue construida en el mismo lugar de la destruida. Esta vez fueron los padres de la orden de los redentoristas los que por designios de la voluntad divina llevaron el cuadro a un altar específicamente construido para la Virgen del Perpetuo Socorro. Donde se encuentra hasta la actualidad.
El cuadro muestra la imagen de la Virgen María sosteniendo en sus brazos a su pequeño hijo, Jesús, que atemorizado dirige su mirada a los arcángeles San Miguel y San Gabriel que le muestran los instrumentos de la pasión, la lanza y la caña con el hisopo de vinagre y la cruz y los clavos, respectivamente.
Son muchos los milagros y gracias concedidas por Dios con la intercesión de la Virgen del Perpetuo Socorro. Entre ellos breve y humildemente deseo comentarles, para el honor y la gloria de Dios, lo sucedido a quien estas líneas les escribe semanalmente.
No habiendo aún cumplido los seis meses de vida, una terrible bronquitis atacó mi tierna humanidad y viendo mi madre que la enfermedad no cedía le imploró una noche a la Virgen del Perpetuo Socorro que intercediera para mi restablecimiento. Esa noche, en sueños mi madre vio como la Virgen Santísima cubría mi cuna con su sagrado manto. ¡Y con la luz del nuevo día milagrosamente amanecí completamente curado!
Es por esto queridos hermanos, que hoy dedico mi vida en agradecimiento a Dios nuestro Señor con todas las fuerzas de mi espíritu y con la presencia del Espíritu Santo en mi corazón.
Humildemente les recomiendo que cuando pasen por una tribulación o problema terminen su oración como siempre termino yo:
“Dios y Señor mío, en Tí espero, en Tí confío y en Tí creo.”
Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo rey!!!