miércoles, 25 de febrero de 2015

Vía Crucis, Camino de Amor, Penitencia y Conversión.


El Vía Crucis es el recordar el camino que siguió Jesús para entregarnos su dolorosa pasión y muerte a cambio de nuestra Redención y de la Vida Eterna.

La celebración del Vía Crucis principia en El Pretorio y termina en El Calvario.

Está compuesto de Catorce Etapas llamadas Estaciones en las cuales se evocan los momentos más significativos que vivió Jesús en su recorrido de inmolación voluntaria por la salvación de la humanidad.

Se cuenta que por los principios del año 1300, los monjes franciscanos, que habían sido designados por el Papa para custodiar las reliquias sagradas en Jerusalén, iniciaron la Peregrinación Anual en memoria del camino que siguió Jesús desde su condenación a muerte por Poncio Pilato, hasta ser sepultado por sus discípulos después de su muerte en la cruz.

Esta costumbre se fue arraigando entre los cristianos de esa época y cada año acudían, desde lejanas regiones, muchos peregrinos a cumplir con el recorrido del Vía Crucis.

No tardó la Iglesia Católica en aceptar esta Santa Peregrinación como una Celebración Litúrgica y de cuya práctica, según los cánones establecidos,  se obtenían Gracias Especiales. Es así que por el siglo XVIII la Iglesia universalmente reconocía al Vía Crucis como un evento sagrado por el cual se otorgaba Indulgencia Plenaria.

En la actualidad el Vía Crucis se celebra principalmente durante el periodo de la Cuaresma en todas las Iglesias Católicas. En el Vaticano el Papa lo celebra el Viernes Santo en el Coliseo Romano, como un recordatorio a los mártires que ofrecieron su vida en ese lugar para señalarnos el camino a seguir.

Las Estaciones del Vía Crucis son catorce y son como sigue:

I      Jesús es condenado a muerte

II     Jesús carga con la cruz

III.   Jesús cae por primera vez

IV.   Jesús se encuentra con su madre

V.    Jesús es ayudado por el cireneo

VI.   La Verónica limpia el rostro de Jesús

VII.  Jesús cae por segunda vez

VIII. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

IX.   Jesús cae por tercera vez

X.    Jesús es despojado de sus vestiduras

XI.   Jesús es clavado en la cruz

XII.  Jesús muere en la cruz

XIII. Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su madre

XIV. Jesús es sepultado


Nota : En algunos lugares, sin ser oficial, se agrega una décimoquinta estación en la cual se  contempla la Resurrección de Jesús.

Tal como lo dice en el título de este artículo, el Vía Crucis es el camino de amor mediante el cual Jesús nos entrega su vida por nuestra redención. 


¡Oh invaluable sacrificio, que ofrece sin recompensa alguna

y que lo hace con el único fin de darnos la vida eterna 

y cumplir así la voluntad de Dios Padre!


El Vía Crucis es el camino de penitencia que debemos de cumplir todos para testimoniar nuestro arrepentimiento por los pecados cometidos, y lo hacemos viviendo en nosotros mismos la pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Por último, el Vía Crucis es también camino de conversión, porque por el amor que profesamos a Jesús y por nuestra entera libertad decidimos renovarnos, renunciando al vasallaje que hemos profesado al mundo material, a la carne y al pecado volviendo a convertirnos en fieles seguidores del camino que Jesús con su vida, pasión y muerte nos señaló.




Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!



jueves, 19 de febrero de 2015

Miércoles de Ceniza en la Religión Católica. Historia y Actualidad.


El Miércoles de Ceniza señala en el Calendario Litúrgico Católico el Inicio del Tiempo de Cuaresma que es un periodo de Cuarenta días, durante el cual los católicos nos preparamos para la celebración de la Pascua de Resurrección.


Antiguamente, los judíos y otros pueblos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio. Los ninivitas también lo hacían y usaban la ceniza como gesto de arrepentimiento profundo. 

La ceniza era en aquellos tiempos, una forma de mostrar Luto y Penitencia públicamente.

La Biblia menciona en múltiples ocasiones a pueblos que utilizaban la ceniza en significado de duelo, como por ejemplo en Mt 11, 21,  y también se muestra como un término simbólico de:
Humillación ante Dios.- Gén 18,27 : "Abraham, le dijo: reconozco que he sido muy atrevido al dirigirme a Mi Señor, yo, que soy polvo y ceniza"
Arrepentimiento.- Daniel 9,3. "Entonces me puse a orar y a dirigir mis suplicas al Señor, mi Dios. Además de orar, ayuné y me senté sobre cenizas"
Vergüenza.- 2 Samuel 13, 18-19. "Así que el criado la echó de la casa (...) al salir se echó ceniza en la cabeza, se rasgó la túnica, y llevándose las manos a la cabeza, se fue por el camino llorando a gritos". 
Dolor y penitencia.- Job 42,6. "Por esto,  retiro mis palabras y hago penitencia sobre el polvo y la ceniza"

En el año 384 DC, la Cuaresma adquirió un sentido Penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI la Iglesia de Roma, por medio del Papa Urbano VI en el Concilio de Bonavento prescribió el poner las cenizas a todos los cristianos.

Los 40 días de Penitencia y Conversión de la Cuaresma expresan los acontecimientos notables descritos en la Biblia en su interpretación hecha por los hebreos en torno al número 40, como:
  • La Duración del Diluvio Universal : 40 días y 40 noches, 
  • El tiempo que duró la Huída de los Judíos por el Desierto:  40 años,
  • Los 40 días que estuvo Moisés en la montaña y
  • Los  40 días que pasó Jesús en el desierto, antes de iniciar su vida pública.


Actualmente la Cuaresma es celebrada en las Iglesias, Católica, Ortodoxa, Anglicana y buena parte de las Protestantes, aunque con inicios y términos diferentes.

En la Iglesia Católica la Cuaresma empieza con el Miércoles de Ceniza hasta el último Domingo de Cuaresma o sea el Domingo de Ramos.

Durante estos cuarenta días se exhorta a todos los fieles a prepararse física y espiritualmente para celebrar solemne y adecuadamente la Pascua de Resurrección. Se propician actos litúrgicos que se celebran universalmente en todas las parroquias, entre los que podemos señalar el Vía Crucis y los Retiros Espirituales. Cuyo fin es el concientizar a los participantes en reafirmar sus intenciones de realizar una verdadera reflexión de arrepentimiento  y penitencia, que los lleve a una renovación permanente de sus principios religiosos.

En el aspecto individual, el católico debe saber con plenitud,  el propósito de este periodo de luto y dolor,  de penitencia, arrepentimiento y purificación, para que terminado éste, todo su ser -tanto material como espiritual-, estén preparados a celebrar dignamente el acontecimiento culmen de nuestra Santa Religión, la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Redentor, Dios y Señor, Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios.

La oración, el ayuno y la abstinencia son poderosos motores que impulsan al alma a lanzarse en la busca de una reconciliación con Dios.

Queridos hermanos, no desperdiciemos la oportunidad que la misericordia de Dios nos ofrece para que en unión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, seamos todos un solo todo.

¡Prepárate con toda propiedad, con absoluta sinceridad, y con un inmenso amor a nuestro eterno e infinito Dios creador!,  para que esta Santa Cuaresma sea la cuaresma que Jesús espera de tí.



Bendito y Alabado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

miércoles, 11 de febrero de 2015

El Gran Amor que nos profesa la Santísima Virgen María

Hoy 11 de Febrero la Iglesia Católica celebra la Aparición de Nuestra Señora de Lourdes.

El 11 de Febrero de 1858, en Lourdes, Francia, aconteció que una niña llamada Bernardita, junto con su hermana y otra niña, caminaban por el campo. De pronto al pie un arroyo se hizo presente la figura de una Señora resplandeciente en luces doradas; llevaba un vestido blanco y un manto celeste. El vestido lo tenía ceñido por una ancha faja azul e iba descalza y sobre cada uno de sus pies descansaba una rosa dorada. En su mano llevaba un Rosario. 

Esta es la fiel descripción de la Primera Aparición de la Advocación de la Virgen María como Nuestra Señora de Lourdes, que días después reveló a Bernardita que ella era la Inmaculada Concepción.

Esta pequeña y humilde introducción nos permite abrir nuestra mente y corazón para proclamar apasionadamente el infinito amor que nos tiene a todos los seres humanos la dulce y Santísima Virgen María, madre de Dios Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Son muchas las apariciones de la Virgen María en el mundo, bajo diferentes nombres o advocaciones. Como por ejemplo, la Virgen de Fátima, la Virgen del Pilar, la Virgen de Guadalupe, la Virgen del Cobre, la Virgen de Luján y muchísimas otras. No mencionamos más porque sería redundar en lo que queremos compartir... el inconmensurable amor de María, la Reina del Cielo y de la Tierra.

La Madre de Dios, nuestra celestial intercesora, ¡Es sólo una! y si ella se nos presenta bajo diferentes aspectos, es solo con el fin único, de que todos sus hijos, en diferentes regiones, zonas y países del mundo, la puedan identificar con su propia imagen. 

Sus rasgos físicos, sus vestimentas, sus idiomas o lenguas, pueden ser diversos, pero su inmaculado corazón es el mismo, rebosante de infinito amor, aún para el más pequeño y humilde de sus hijos.


Quien no ha sentido en su alma el eco del candoroso amor de María...,
¡No ha disfrutado del supremo sentimiento de dicha 
que nos traspasa de lado a lado el corazón!

Quien no ha visto en los dulces ojos de María su tierna mirada,
que nos hace palpitar como luciérnagas de plata en la oscuridad...,
¡No sabe lo que es el tañer de campanas de ensueño
en toda la dimensión del alma!

Quien no percibe en sus cinco sentidos la total bendición
de tener a María como nuestra madre celestial...,
¡No tiene completa noción de tener como madre
a la Dulce Madre de Nuestro Redentor!

Quien no siente en sus ojos desbordar una cascada
de lagrimas del corazón incensario, 
cuando de rodillas alabamos cantando a María...,
¡No tiene ni siente el amor que merece
la que es el símbolo celeste del amor maternal!

Santísima Virgen María:
más que tú... ¡Sólo Dios!



Bendito y Alabado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!

miércoles, 4 de febrero de 2015

Aceptar y Cumplir la Voluntad de Dios.


Como devotos y fieles cristianos católicos debemos someternos humildemente a los designios que nuestro Dios Todopoderoso ha dispuesto para nuestra vida. 

Dios nos ama infinitamente y jamás podrá establecer hechos o acontecimientos que puedan ocasionarnos un mal. Al contrario, su única misión es nuestra salvación, por lo tanto,  todo acto que se origine en la voluntad de Dios para con nosotros, es un medio que nos conduce a la vida eterna.

Es tan grande el amor que nos tiene Dios a los hombres, que envió a su Hijo Unigénito para que con su inmolación fuéramos redimidos. Jesús, cumplió la voluntad del Padre porque de antemano sabía que tendría que morir para que con su muerte pudiéramos alcanzar la vida eterna.

Somos hijos de Dios al ser bautizados con la gracia del Espíritu Santo y por lo tanto  hermanos de Jesús, quien nos lo confirma en Mc 3, 35 que dice:

"Quien cumpla la voluntad de Dios, ese es mi hermano, 
mi hermana, y mi madre."

La alegría de decirle a Dios nos la da la Santísima Virgen María en su obediencia a la palabra de Dios y a su disponibilidad total de abandono en aceptar que se hiciera en ella  la voluntad de Dios.

Si nuestro amadísimo Señor Jesús y nuestra venerada Santísima Virgen María cumplieron, con amor de hijo y con amor de madre, la divina voluntad de Dios Padre, 

¿Por qué nosotros, no la aceptamos, 
desobedeciéndola con pecaminosa soberbia?

Quien esté libre de este pecado o quien jamás lo haya cometido, que se arrepienta y pida perdón, por haber mentido.

¿Quién no ha pedido en arrebatada plegaria que Dios salve de la muerte a un ser querido?... Mas si el beneficiado muere, el solicitante, en su amargura se vuelve contra Dios ¡y le censura airadamente!, o en silencio piensa "Dios mío, ¿por qué no escuchaste mi plegaria?". En ambos casos ninguno cumple la voluntad de dios, que era, probablemente, la de llevar esa alma al lugar que sus méritos le tenían predestinada.

Dios establece nuestra vida de antemano, cuándo debemos nacer y cuándo debemos morir. Esa es su voluntad porque Él es Nuestro Creador. Nuestro destino lo determinamos nosotros mismos con nuestra razonada sumisión al bien o al mal.

Existen muchas religiones que tienen sus propias definiciones sobre la libertad que tiene el ser humano de actuar o pensar. La religión católica en su Manual de Catecismo Católico trata extensamente sobre este tema y las personas interesadas en el tema,  pueden acudir al manual citado.

Es difícil para un ser humano aceptar la voluntad de otro ser humano, ya sea por orgullo, por presunción o por vanidad personal, pero la Voluntad de Dios ¡Es la Voluntad de Dios! y para ella solo debemos tener nuestro humilde y alegre acatamiento.

Pidámosle  a Dios que podamos tener en nuestra vida personal la  misma disponibilidad  con que la Santísima Virgen María aceptó su voluntad.

Que la humildad sea el camino que nos lleve a cumplir con los propósitos que nos tiene señalados para nuestro bien, el amor de nuestro Dios Todopoderoso.



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!