Allí donde el alma se eleva a la infinita luz de Jesús Sacramentado, allí encontramos a nuestro Creador como Hijo de Dios Transubstanciado en la Sagrada Hostia.
En un rinconcito de un pequeño espacio se halla la inmensidad y majestad de Dios Nuestro Señor, allí le encontramos los que con fe y devoción lo buscamos afanosamente. Y Él se deja encontrar y en el silencio purificador de nuestra más pura oración se efectúa la nueva alianza de Dios con el hombre.
¡Qué maravilla de místico amor nos invade el alma cuando Jesús nos permite tocar su corazón con la adoración sincera de un hijo agradecido!... Este privilegio que Dios nos concede por obra del Espíritu Santo es la expresión más sublime de su amoroso corazón que podemos disfrutar en nuestra vida terrenal.
¡Bendito, Bendito seas, Señor y Dios mío!... en Tí espero... en Tí confío.
Hermano, que lees estas humildes líneas ¿eres Adorador Eucarístico Perpetuo?... Si lo eres, no tengo nada que decirte, tú por experiencia propia y personal conoces lo que significa hablar con la voz del alma cara a cara con el Amor de nuestro Amor, Jesús Sacramentado.
Si no lo eres, déjame dirigirme respetuosamente a los más altos sentimientos de tu naturaleza humana, permite que te muestre el camino de Jesús como también alguien me lo mostró no hace mucho. Concédeme la gratificante misión de iniciarte en esta nueva ruta de amor y paz hacia el reino celestial.
Para entrar a una Capilla de Adoración Eucarística Perpetua no necesitas ni pase especial ni condición alguna. Las puertas están abiertas siempre, como está Jesús, con los brazos abiertos, para cobijar tu alma con la caricia de su eterno amor.
Nuestras capillas no son exclusivas, cualquier ser humano que respetuosamente y en silencio desee ingresar en ellas, ¡Es Bienvenido!. No hay limitación de tiempo, puedes permanecer en la capilla todo el tiempo que tú estimes necesario.
Aquí les menciono el testimonio de un hermano, relato que tal vez pueda ayudarles a comprender lo que es la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua y la Adoración a Jesús Sacramentado.
Ayer me miraba en un espejo y vi un rostro diferente; ¡no era el de antes!, había en los ojos un destello de sonrisa celestial una paz y dulzura que jamás habían tenido. De ellos se desprendía una luz maravillosa que ya había visto otra vez, eran los ojos de Jesús que me miraban desde el cielo diciéndome:
“No temas, soy yo que te miro y te cuido, porque ya soy parte de ti. Tú cambiaste una vida inútil y me escogiste en el momento que te había guardado esperando que tú decidieras unirte a la Adoración Eucarística Perpetua y me empezaras a conocer. Hoy veo en tus ojos, que son los míos, que me amas con el amor que yo te amo a ti, hoy eres mío y yo soy tuyo para toda la eternidad.”
Hermanos que la dulzura de Jesús Sacramentado se vierta sobre nuestros corazones y podamos transferir la bondad y paz que recibimos a todos los seres que encontremos en nuestro peregrinar terrenal y sobre todo devolverle a Dios Nuestro Señor, el mismo amor que Él nos da durante toda nuestra vida y si es su voluntad, adorarle eternamente en su mansión celestial.
Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!