Desde mi infancia he sentido mucho respeto y veneración por San Ignacio debido a su formación religiosa y a su vocación sacerdotal un tanto tardía. Fue ordenado sacerdote por el Papa Pablo III en el año de 1537, cuando contaba con 46 años de edad. Otra de las cosas que me impresionó mucho fue un libro que escribió llamado “Ejercicios Espirituales“, que todo buen católico y aspirante a ser un mejor siervo de Dios debería leer.
El caso es que alguien me preguntó: ¿Qué tiene que ver San Ignacio de Loyola con la Adoración Eucarística Perpetua? ... y Dios por intermedio de un escrito auténtico de San Ignacio, sus Ejercicios Espirituales, Manual del Ejercitante, me inspiró la respuesta que sintetizo a continuación:
Coloquio con Jesucristo
Jesucristo:
Hijo mío, te espero en el silencio. Ahí donde te doy audiencia, en el silencio hablaré a tu alma y en él oirás mi voz.
El alma:
Lo estoy deseando Señor. Pero no se por qué, consigo con dificultad hacer silencio dentro de mí.
Jesucristo:
Es que, efectivamente, hijo mío, el silencio es una conquista. Hay que merecerlo. El recogimiento exige un esfuerzo: hay que quererlo. Haz con valor este esfuerzo. Pídeme humildemente la gracia del silencio interior y hallarás la paz.
El alma:
Señor, si estuviera cierto de hallarte, no me importaría. Pero lo que temo más que nada es el silencio tuyo.
Jesucristo:
Tranquilízate, hijo mío, quien me busca fiel y ardientemente, acaba siempre por hallarme. Solo que tengo diversas maneras de manifestarme. A veces hablo y a veces callo. Y me callo más aun en la Eucaristía ¿es menos expresivo este silencio?
El alma:
Necesito aprender de Tí una lección que me es tan difícil.
Jesucristo:
Escucha atentamente mis palabras: el que gusta de la soledad sabe a qué sabe Dios. El alma tiene necesidad de silencio para adorar. La calidad de las almas se calibra por su actitud ante el silencio, por su capacidad de silencio, por el timbre de su palabra interior.
El alma:
Yo siempre había reducido el silencio a una mera medida disciplinaria; pero ahora empiezo a comprender su ascetismo y su profundidad.
Jesucristo:
Tienes que hacer el silencio en tí, no para contemplarte y admirarte secretamente, sino para darte del todo a Dios. Haz silencio dentro de tí mismo para que hable en tí Mi Palabra.
El silencio, hijo mío, es un sacramento donde me oculto y me doy.
¿No están acaso estas palabras escritas por San Ignacio de Loyola relacionadas con nuestra Adoración Eucarística Perpetua?... Dios nos da la respuesta... ¡Dios es infinitamente sabio! ¡Gracias Dios y Señor mío!
`
Ahora ya entendemos por qué en nuestra Capilla de Adoración Eucarística Perpetua nuestra luz interior para comunicarnos con Jesús Sacramentado es: el silencio.
¡Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado!
El alma:
Jesucristo:
El alma:
Jesucristo:
El alma:
Jesucristo:
El alma:
Jesucristo:
El silencio, hijo mío, es un sacramento donde me oculto y me doy.
¿No están acaso estas palabras escritas por San Ignacio de Loyola relacionadas con nuestra Adoración Eucarística Perpetua?... Dios nos da la respuesta... ¡Dios es infinitamente sabio! ¡Gracias Dios y Señor mío!
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Ahora ya entendemos por qué en nuestra Capilla de Adoración Eucarística Perpetua nuestra luz interior para comunicarnos con Jesús Sacramentado es: el silencio.
¡Guárdalo,Respétalo y Obsérvalo siempre que estés enfrente de Él!
De seguro Él te oirá y su complacencia será Eterna e Infinita
como lo es todo lo que emana de Dios Nuestro Señor.
De seguro Él te oirá y su complacencia será Eterna e Infinita
como lo es todo lo que emana de Dios Nuestro Señor.
¡Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado!