Una vez más el pueblo católico de México demostró al Papa Benedicto XVI, al igual que lo hizo con su antecesor el Beato Juan Pablo II, que la innata alegría que se alberga en los Mexicanos y el gran amor que siente por el sucesor de San Pedro, bastaron para romper el rígido protocolo ceremonial y declarar también “Papa Mexicano” al segundo Obispo de Roma que visita esta tierra que por siempre bendijo la Santísima Virgen de Guadalupe.
Ciertamente, el Domingo 25 de Marzo del año 2012, en El Parque del Bicentenario situado a 12 Km de la ciudad de Guanajuato, a 34 de León y a 6 Km de Silao, a las 10 de la mañana, el Santo Padre ante una audiencia calculada en más de 350,000 personas dio inicio al sacrificio de la Santa Misa. Este acto litúrgico en conmemoración del sacrificio de Jesús en la Cruz fue una celebración ejemplar, llena de fe, orden y respeto. Digna demostración del pueblo católico a su pastor en la tierra y representante de Jesús por la voluntad de Dios Padre y con la bendición del Espíritu Santo.
En verdad fue hermoso y conmovedor el momento de la Consagración Eucarística donde la presencia de Jesús, en medio de un gran silencio, atravesó los corazones de todos los creyentes haciendo que en ese momento de arrobamiento y de fe las lágrimas humedecieran los rincones del alma bañando los ojos de muchos de los fieles allí congregados.
Ciento cincuenta mil Hostias Consagradas, el cuerpo y sangre de Nuestro Señor Jesucristo, fueron recibidas por un número igual de fieles de manos de más de 250 Sacerdotes.
La importancia de este histórico suceso tiene su raíz en la espiritualidad del mismo. No solo por el acto recordatorio de la pasión, muerte y resurrección de Dios hecho hombre, sino por la comunicación del sumo pastor con su grey por intermedio de su representante directo, Benedicto XVI. Es el reconocimiento cabal de una multitud que desde lo más profundo de sus corazones demuestra su inquebrantable fe en el Misterio de la Eucaristía. Es la reconfirmación del recibimiento del Espíritu Santo en nuestro bautizo, don divino de fe que la conserva y fortalece. Es el sello indeleble que marca nuestra sumisión a la voluntad de Dios y el respeto y obediencia a su vicario en la tierra.
Ciertamente, el Domingo 25 de Marzo del año 2012, en El Parque del Bicentenario situado a 12 Km de la ciudad de Guanajuato, a 34 de León y a 6 Km de Silao, a las 10 de la mañana, el Santo Padre ante una audiencia calculada en más de 350,000 personas dio inicio al sacrificio de la Santa Misa. Este acto litúrgico en conmemoración del sacrificio de Jesús en la Cruz fue una celebración ejemplar, llena de fe, orden y respeto. Digna demostración del pueblo católico a su pastor en la tierra y representante de Jesús por la voluntad de Dios Padre y con la bendición del Espíritu Santo.
En verdad fue hermoso y conmovedor el momento de la Consagración Eucarística donde la presencia de Jesús, en medio de un gran silencio, atravesó los corazones de todos los creyentes haciendo que en ese momento de arrobamiento y de fe las lágrimas humedecieran los rincones del alma bañando los ojos de muchos de los fieles allí congregados.
Ciento cincuenta mil Hostias Consagradas, el cuerpo y sangre de Nuestro Señor Jesucristo, fueron recibidas por un número igual de fieles de manos de más de 250 Sacerdotes.
La importancia de este histórico suceso tiene su raíz en la espiritualidad del mismo. No solo por el acto recordatorio de la pasión, muerte y resurrección de Dios hecho hombre, sino por la comunicación del sumo pastor con su grey por intermedio de su representante directo, Benedicto XVI. Es el reconocimiento cabal de una multitud que desde lo más profundo de sus corazones demuestra su inquebrantable fe en el Misterio de la Eucaristía. Es la reconfirmación del recibimiento del Espíritu Santo en nuestro bautizo, don divino de fe que la conserva y fortalece. Es el sello indeleble que marca nuestra sumisión a la voluntad de Dios y el respeto y obediencia a su vicario en la tierra.
Queridísimo y Santo Padre escogido por Dios y aclamado por los pueblos, basta con mirarte con los ojos del alma ya sea en tu cercana presencia o lejos tan lejos como en otro confín del mundo para sentir en el corazón que tu también nos amas de corazón.
Benedicto XVI, en tu primera visita a la tierra de la Virgen María, Nuestra Señora de Guadalupe, México descubrió que tu corazón, hermano es Mexicano y también Guadalupano.
Benedicto XVI, en tu primera visita a la tierra de la Virgen María, Nuestra Señora de Guadalupe, México descubrió que tu corazón, hermano es Mexicano y también Guadalupano.
Queridos hermanos en nuestra visita a Jesús Sacramentado en su eterna casa, la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua no dejemos de rezar para que Nuestro Papa siga por muchos años más cumpliendo su misión de Paz y concordia de amor y evangelización en todo el mundo para la Honra y Gloria de Dios Todopoderoso, Nuestro Señor y Creador.
ALABADO Y ADORADO SEA POR SIEMPRE JESUS SACRAMENTADO
¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!
¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!