Como devotos y fieles cristianos católicos debemos someternos humildemente a los designios que nuestro Dios Todopoderoso ha dispuesto para nuestra vida.
Dios nos ama infinitamente y jamás podrá establecer hechos o acontecimientos que puedan ocasionarnos un mal. Al contrario, su única misión es nuestra salvación, por lo tanto, todo acto que se origine en la voluntad de Dios para con nosotros, es un medio que nos conduce a la vida eterna.
Es tan grande el amor que nos tiene Dios a los hombres, que envió a su Hijo Unigénito para que con su inmolación fuéramos redimidos. Jesús, cumplió la voluntad del Padre porque de antemano sabía que tendría que morir para que con su muerte pudiéramos alcanzar la vida eterna.
Somos hijos de Dios al ser bautizados con la gracia del Espíritu Santo y por lo tanto hermanos de Jesús, quien nos lo confirma en Mc 3, 35 que dice:
"Quien cumpla la voluntad de Dios, ese es mi hermano,
mi hermana, y mi madre."
La alegría de decirle Sí a Dios nos la da la Santísima Virgen María en su obediencia a la palabra de Dios y a su disponibilidad total de abandono en aceptar que se hiciera en ella la voluntad de Dios.
Si nuestro amadísimo Señor Jesús y nuestra venerada Santísima Virgen María cumplieron, con amor de hijo y con amor de madre, la divina voluntad de Dios Padre,
¿Por qué nosotros, no la aceptamos,
desobedeciéndola con pecaminosa soberbia?
Quien esté libre de este pecado o quien jamás lo haya cometido, que se arrepienta y pida perdón, por haber mentido.
¿Quién no ha pedido en arrebatada plegaria que Dios salve de la muerte a un ser querido?... Mas si el beneficiado muere, el solicitante, en su amargura se vuelve contra Dios ¡y le censura airadamente!, o en silencio piensa "Dios mío, ¿por qué no escuchaste mi plegaria?". En ambos casos ninguno cumple la voluntad de dios, que era, probablemente, la de llevar esa alma al lugar que sus méritos le tenían predestinada.
Dios establece nuestra vida de antemano, cuándo debemos nacer y cuándo debemos morir. Esa es su voluntad porque Él es Nuestro Creador. Nuestro destino lo determinamos nosotros mismos con nuestra razonada sumisión al bien o al mal.
Existen muchas religiones que tienen sus propias definiciones sobre la libertad que tiene el ser humano de actuar o pensar. La religión católica en su Manual de Catecismo Católico trata extensamente sobre este tema y las personas interesadas en el tema, pueden acudir al manual citado.
Es difícil para un ser humano aceptar la voluntad de otro ser humano, ya sea por orgullo, por presunción o por vanidad personal, pero la Voluntad de Dios ¡Es la Voluntad de Dios! y para ella solo debemos tener nuestro humilde y alegre acatamiento.
Pidámosle a Dios que podamos tener en nuestra vida personal la misma disponibilidad con que la Santísima Virgen María aceptó su voluntad.
Que la humildad sea el camino que nos lleve a cumplir con los propósitos que nos tiene señalados para nuestro bien, el amor de nuestro Dios Todopoderoso.
Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
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