Desde el Siglo XIII, en tiempos del Rey Alfonso X, El Sabio, la Iglesia festeja en Mayo a la Santísima Virgen María, ya que este mes es considerado como el corazón de la primavera, época en que florecen las más bellas flores llenándonos el alma con su candor y fragancia y que por asociación también nosotros sentimos cuando invocamos a la Madre de Dios.
“Bendita sea tu pureza,
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza,
A Ti celestial Princesa,
Virgen sagrada, María,
Te ofrezco desde este día,
Alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
Y no me dejes, Madre Mía.”
Hay muchas advocaciones de la Santísima Virgen María aceptadas por la Iglesia, sin que ello signifique que veneremos a una persona divina distinta, sino que se trata de la misma persona: LA MADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
Para explicar lo anterior a continuación presentamos la definición de la palabra “advocación” tal como lo define el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: Denominación complementaria que se aplica al nombre de una persona divina o santa y que se refiere a determinado misterio, virtud o atributos suyos, a momentos especiales de su vida, a lugares vinculados a su presencia o al hallazgo de una imagen suya.
Como ejemplo de algunas advocaciones de La Virgen María podemos mencionar las siguientes: La Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de Guadalupe, La Virgen de Fátima, la Virgen de Luján, Nuestra Señora de Chiquinquirá, La Virgen del Pilar, Nuestra Señora de Coromoto.
Es así, que en todo el mundo veneramos respetuosamente a la Virgen María, Madre del Creador, y Madre de la Humanidad, tal como nos la diera Cristo en la Cruz.
¡Oh, dulcísima Madre nuestra!, corredentora de nuestra salvación por tu divina intercesión ante tu divino hijo Jesús Nuestro Señor, permítenos dirigirte las siguientes palabras que brotan de nuestros humildes corazones como un ramo de flores espirituales que ponemos a tus pies.
Madre nuestra, Luz de eterna divinidad, Purísimo altar de Amor bendecido por Dios, queremos hoy renovar nuestro compromiso de alabarte y venerarte como cuando en nuestra niñez nuestras madres nos encomendaron en tus manos santas. Queremos hacerlo porque tú, Madre Nuestra, mereces que se te ame con el más puro sentimiento de amor, sin que medie petición o plegaria alguna, solo para retribuir el torrente inagotable de tu amor con una gotita del nuestro que nace de lo más bello que podamos tener en nuestras almas.
¡Dios te salve María, Bendita Tu eres entre todas las Mujeres!
Hermanos, la próxima vez que visitemos a Jesús Sacramentado en su capillita de Adoración Eucarística Perpetua, vamos a darle una gran felicidad, rezando junto con su Santísima Madre María un Rosario con mucha fé y devoción para que bendiga a toda la humanidad y llene a todo el mundo de su infinito amor.
¡Alabado y Adorado sea por Siempre Jesús Sacramentado!
¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!
¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!
ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA.
ResponderEliminarBenedicto XVI entregada a jóvenes italianos para que les sirva de meditación.
María, Madre del «sí», tú has escuchado a Jesús
y conoces el timbre de su voz y los latidos de su corazón.
Estrella de la mañana, háblanos de Él
y cuéntanos cómo es tu camino para seguirle por la senda de la fe.
María, que en Nazaret viviste con Jesús,
imprime en nuestra vida tus sentimientos,
tu docilidad, tu silencio que escucha
y haz florecer la Palabra en opciones de auténtica libertad.
María, háblanos de Jesús, para que la frescura de nuestra fe
brille en nuestros ojos y caliente el corazón de quien se encuentra con nosotros,
como lo hiciste al visitar a Isabel,
que en la ancianidad se alegró contigo por el don de la vida.
María, Virgen del «Magnificat»,
ayúdanos a llevar la alegría al mundo y, como en Caná,
lleva a todo joven, comprometido en el servicio a los hermanos,
a hacer sólo lo que Jesús diga.
María, dirige tu mirada al Ágora de los jóvenes,
para que sea terreno fecundo de la Iglesia italiana.
Reza para que Jesús, muerto y resucitado, renazca en nosotros
y nos transforme en una noche llena de luz, llena de Él.
María, Virgen de Loreto, puerta del cielo,
ayúdanos a elevar la mirada.
Queremos ver a Jesús. Hablar con Él
y anunciar a todos su amor.
Amén.