En repetidas ocasiones hemos señalado la actitud, forma y disposición espiritual que debemos observar en nuestras oraciones ante Dios Vivo, Jesús Sacramentado, en la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua, y para terminar esta serie de recomendaciones queremos cerrar este tema, transcribiendo la oración elevada por el Santo Papa Juan Pablo II con motivo de la inauguración de la Primera Capilla de Adoración Eucarística Perpetua efectuada el día 2 de Diciembre de 1981 en la Basílica de San Pedro en Roma.
“La iglesia y el mundo tienen gran necesidad del culto Eucarístico. Jesús nos espera en este Sacramento de amor, seamos generosos con nuestro tiempo al ir a encontrarlo en la adoración y contemplación, llenos de fe y listos para hacer reparación por las grandes faltas y crímenes del mundo. Que nuestra Adoración nunca cese”. Juan Pablo II.
“La iglesia y el mundo tienen gran necesidad del culto Eucarístico. Jesús nos espera en este Sacramento de amor, seamos generosos con nuestro tiempo al ir a encontrarlo en la adoración y contemplación, llenos de fe y listos para hacer reparación por las grandes faltas y crímenes del mundo. Que nuestra Adoración nunca cese”. Juan Pablo II.
Oración
Quédate con nosotros, Señor
Quédate con nosotros hoy,
y quédate de ahora en adelante, todos los días,
según el deseo de nuestro corazón.
Quédate para que podamos
encontrarnos contigo en la plegaria
de Adoración y de acción de gracias,
en la plegaria de expiación y petición.
Quédate Tú que estas simultáneamente
velado en el misterio eucarístico de la fe,
y develado bajo las especies del pan y el vino
que has asumido en este sacramento.
Deseamos adorarte cada día y cada hora a ti,
oculto bajo las especies del pan y el vino,
para renovar la esperanza de la llamada
a la gloria cuyo comienzo lo has instituido Tú
con tu cuerpo glorificado a la derecha del padre.
Señor, un día preguntaste a Pedro:”¿me amas?”
Se lo preguntaste por tres veces y
tres veces el apóstol respondió:
”Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo”.
Que la respuesta de Pedro se exprese
mediante la Adoración de esta noche
y de todo el día y de todos los días.
Que todos los que participamos
en la adoración de tu presencia Eucarística
demos testimonio y hagamos resonar
por doquier la verdad encerrada
en las palabras del apóstol:
“Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo.”
Quédate con nosotros, Señor
Quédate con nosotros hoy,
y quédate de ahora en adelante, todos los días,
según el deseo de nuestro corazón.
Quédate para que podamos
encontrarnos contigo en la plegaria
de Adoración y de acción de gracias,
en la plegaria de expiación y petición.
Quédate Tú que estas simultáneamente
velado en el misterio eucarístico de la fe,
y develado bajo las especies del pan y el vino
que has asumido en este sacramento.
Deseamos adorarte cada día y cada hora a ti,
oculto bajo las especies del pan y el vino,
para renovar la esperanza de la llamada
a la gloria cuyo comienzo lo has instituido Tú
con tu cuerpo glorificado a la derecha del padre.
Señor, un día preguntaste a Pedro:”¿me amas?”
Se lo preguntaste por tres veces y
tres veces el apóstol respondió:
”Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo”.
Que la respuesta de Pedro se exprese
mediante la Adoración de esta noche
y de todo el día y de todos los días.
Que todos los que participamos
en la adoración de tu presencia Eucarística
demos testimonio y hagamos resonar
por doquier la verdad encerrada
en las palabras del apóstol:
“Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo.”
Es así hermanos que se nos revela que
la oración es a la capilla de Adoración Eucarística como la fragancia es al rosal, como la luminosidad al sol...
como la fe a nuestra inteligencia
y como la eternidad a nuestro amor por Dios.
como la fe a nuestra inteligencia
y como la eternidad a nuestro amor por Dios.
Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado.
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
Jesús, tus manos y tus pies quedaron taladrados, la herida de tu costado está abierta aún. Y es por esas heridas tuyas que ahora te pido que me sanes:
ResponderEliminarCon tu paciencia en el sufrir cura mi impaciencia. Tú sabes qué fácil resulta perderla en medio del sufrimiento.
Sana mi capacidad de amar, de manera que pueda ofrecer mi dolor a Dios.
Por tus heridas y por tu corona de espinas sana mis problemas y las heridas de mi alma.
Tú que cerraste los ojos para devolverme la vista, sana mis ojos, cura mi ceguera, para que pueda ver la Verdad.
Por las llagas de tus manos, sana las mías, ábremelas cuando se convierten en puños.
Tú que sufriste siendo inocente, sana las heridas que me provocaron la indiferencia y la falta de amor.
Si mi sufrimiento y mi enfermedad no desaparecen, quiero aceptarlos en este momento. ¡Fortaléceme! Padre Santo, vengo a ti por medio de tu querido Hijo Jesucristo, nuestro Redentor y Señor.
Perdona mis debilidades e ingratitudes con el poder de tu preciosísima sangre, purifícame y límpiame de toda huella y mancha de pecado y haz que tus santísimas llagas sanen la causa de mi enfermedad y sufrimiento. Amén..