Cristo Jesús edificó su vida y su evangelización en el crisol celestial de su infinito amor por la humanidad. Su vida la entregó por amor y murió crucificado también por amor.
No hay acción más amorosa que la obra de Dios para con los hombres, que siendo Dios se inmoló por amor para redimirnos del pecado.
En la Última Cena, en compañía de sus amados discípulos, nos regaló el milagro más hermoso de su tránsito terrenal: la Transubstanciación del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre y desde ese momento está disponible para todo aquel que escuche su clamor cuando nos dice: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.” (Jn 7, 37)
A continuación transcribo algunos enunciados, que merecen ser analizados detenidamente para comprender el verdadero valor de las palabras que encierran el amor de Jesús.
Él no viene para los que se creen justos. Ni para los sanos, sino para los pecadores y los enfermos porque “No necesitan médico los que están fuertes”
Él cambia nuestro corazón de piedra por el suyo propio de carne, para que podamos amar a Dios en todas las cosas y sobre todas las cosas. A través de su amor Eucarístico Jesús nos transforma en Él mismo “Y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”
El profundo amor que te tiene hace que se quede aquí siempre en la Eucaristía como prueba viva de que eres infinitamente importante para Él.
La gloria es nuestra cuando aceptamos la invitación de tener una profunda unión y una divina intimidad con Jesús en el Santísimo Sacramento.
La Eucaristía es la gloria misma de Jesús, Él nos transfigura con su gloria cuando lo recibimos en la comunión y cuando lo visitamos en el Santísimo Sacramento.
La Eucaristía no es una cosa... Es una persona, la persona de Jesús Nuestro Salvador. La Eucaristía es el amor personificado.
Quisiera, y le he pedido a Dios y al Espíritu Santo que me ayuden, a que cada uno de ustedes, queridos hermanos, escriba su conclusión para cada uno de los enunciados que anteceden y lleve su escrito a la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua y con todo el amor que pueda caber en vuestros corazones, se lo lea en silencio a Jesús Vivo en la Hostia Consagrada.
Él sabe lo que tú le estas leyendo porque sus ojos y su mente están en tu corazón. Jesús ama cada palabra que escribiste porque ellas son la gloria de tu amor al Santísimo Sacramentado.
No lo decepciones, Él está esperando ver y sentir lo que tú sientes, solo Él y tú, nadie más es necesario, Dios lo sabe y tu también.
Habla con Él, como si fuera (que en realidad lo es), tu hermano, tu padre, tu amigo. Espera, Confía y Cree en Él y tu fe te llevará a destinos insospechables de paz, ternura y amor y verás realizado en tí el milagro que tanto buscabas y no encontrabas.
Querido hermano,
¡No desperdicies la oportunidad que nos concede la
infinita misericordia de Dios!
¡Acepta sus designios y No vuelvas tu mirada al pasado!
¡Pon tus ojos y todo tu ser en la Luz Divina de Jesús Nuestro Señor,
que te señala, el único camino de salvación a seguir: el Ejemplo de su Vida!
Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
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