El pasado domingo 31 de marzo la Iglesia y todo el mundo católico conmemoramos una vez más la Resurrección de Jesús Nuestro Señor, después de haber muerto en la cruz para borrar el pecado del mundo y abrirnos las puertas de la Eternidad con su Sacrificio.
Este acontecimiento culmen del amor de Dios por la salvación de la humanidad se refleja en la entrega de su Hijo unigénito en un acto que marcará por los siglos una misericordia infinita que solo es posible encontrar en nuestro Dios.
Jesús mediante su inmolación derrota a la muerte y nos abre el camino para nuestra resurrección que nos llevará a la eterna contemplación y adoración a Dios en su mansión celestial.
Día de júbilo y alegría en nuestros corazones al ver con los ojos de la fe la consumación de la victoria rotunda de Jesucristo como hombre y como Dios.
y que el vibrar de su tañido grabe en nuestro ser la verdad de que
¡Jesús vive, no ha muerto, y nunca morirá!
¡Cantemos unidos al coro de los ángeles en el cielo!
y que nuestras voces abran la luz que ilumine la
oscuridad de las almas que aún no creen en Jesús Resucitado.
Que el sonido de las mil trompetas de los Santos Serafines
rompa el velo de las tinieblas y el universo entero
se bañe en la luminosa dulzura del amor de Dios.
Y que en el cielo la Dulce Virgen María
llorando de alegría dé gracias a Dios Padre,
por haberla hecho la Madre de Jesús,
Nuestro Dios y Señor.
Queridos hermanos, es hora ya de levantar a Jesús en lo más alto del mundo, comprender que a Él le debemos TODO, el Nacer, el Crecer y el Morir.
Haber nacido para ser la semilla que mediante la venida del Espíritu Santo seamos los futuros Ángeles de Dios.
Haber crecido para que con la fuerza de la fe llevemos la palabra de Jesús a todos los hombres de la tierra.
Y por último haber muerto, para resucitar y que nuestra alma en los brazos de María Santísima sea transportada ante la divina presencia de Dios, para desde ese momento adorarle, por los siglos de los siglos para toda la eternidad.
Hoy o mañana, cuando vayamos a nuestra Capilla de Adoración Eucarística Perpetua, con alegría y una sonrisa, en el alma demos gracias a Jesús Sacramentado por habernos recibido en su casa sin más requisito que por nuestro sincero amor y veneración por Él.
Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
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ADORACION EUCARISTICA PERPETUA DE CARDEL, VERACRUZ,MEX.