miércoles, 29 de octubre de 2014

El Poder de la Fe y la Oración


En nuestras súplicas y peticiones hechas a Nuestro Dios Todopoderoso, directamente,  o  a la Santísima Virgen María y a todos los Santos para que intercedan por nosotros... ¿Estamos conscientes en la forma y en el fondo de nuestra rogativa?

Nuestra súplica debe estar siempre fundamentada en el bien y no debe llevar ni un ápice de intención perversa o de mal para con nadie. Que no solicitemos el mal para otros que sea el camino para nuestro bien. Esto conlleva implícitamente que nuestra oración sea el reflejo de un alma pura y en gracia con Dios. Nuestra limpieza espiritual de por sí nos confiere un atributo agradable a Dios en la presentación de lo que vamos a implorar.

Es también, necesaria que la gracia a solicitar primordialmente lleve un mensaje de suplica razonable, y no pidamos bienes materiales superfluos que en lugar de favorecernos nos pueden perjudicar. En consecuencia, tengamos mucho cuidado y mesura en lo que vamos a pedir, no se lo vamos a pedir a cualquier genio de una lámpara maravillosa sino a Nuestro Dios y Señor.

La Fe, confianza de certeza inalterable en lo que no podemos ver y a veces ni comprender, pero que lo sentimos palpable en nuestra mente y corazón, es una importante, muy importante, condición que debe ser una muralla inexpugnable en contra de cualquier duda o desconfianza que podamos tener en el poder de Dios en concedernos el bien solicitado. 

Un ejemplo de lo anterior podemos constatar lo en lo que el mismo Jesús, le dice a la Santa Margarita María, en una de sus revelaciones: "Si crees en Mi Amor, si verdaderamente crees en Mi Amor; entonces verás milagros de Mi Amor."

Después de haber realizado nuestra petición, debemos al terminar dar gracias a Dios por habernos escuchado y esperemos con fe, esperanza y caridad y no nos desesperemos, tengamos paciencia, y pensemos, que Dios tarda, a veces, pero no olvida.

No lleguemos a extremos de soberbia actitud de reclamar a Dios irrespetuosamente por el deseo no cumplido. Recuerda las palabras de la oración que el mismo Jesús nos dejó:

 " ... Hágase tu voluntad así en el cielo como en la tierra ..."

Y recuerda anteponer a todo lo pedido o solicitado, 

"Hágase  tu voluntad, Dios y Señor mío, primero que todo, 
antes que la mía"

"Enséñame a cumplir tu voluntad, porque tú eres mi Dios"
(Salmo 143, 10)..."


Queridos Hermanos, que estas humildes palabras les permitan encontrar a Dios mediante una digna, respetuosa y amorosa oración. Si lo buscan con propiedad y con todo su corazón, Él se dejará encontrar

Cada ser humano tiene su propia alma y aunque nos fue dada por el soplo divino de Dios a todos, tiene una y única distinción, porque Dios, en su infinito poder, nunca creo ni creará a uno, espiritualmente, igual a ti

Es por esto que cada quien es libre de encontrar la forma y manera de comunicarse con su creador, siguiendo las pautas establecidas por el mismo Jesús y por Nuestra Santa Iglesia Católica.

En honor a nuestro eterno compromiso de amar a Dios sobre todas las cosas, pidamos a la Santísima Virgen María, Madre de Dios, interceda ante su Divino Hijo para que Él le lleve al Padre Todopoderoso la pureza y el amor de nuestra humilde oración.



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario