miércoles, 25 de marzo de 2015

Triduo Pascual


Estando próximos a celebrar este acto que es el culmen del Año Litúrgico, es necesario que todos los católicos participemos en él, con toda nuestra fe y conocimiento del mismo. En afán de recordar a los que lo hayan olvidado y de enterar a los que no lo saben, nos proponemos dar una breve explicación de lo que es el Triduo Pascual.

El Triduo Pascual, es el periodo en que la Liturgia Cristiana y Católica conmemoran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, y constituye el momento central de la Semana Santa y del Año Litúrgico.

El Triduo Pascual se inicia al término del Tiempo de Cuaresma o sea en la tarde del Jueves Santo,  antes de la misa de la Última Cena. En donde Jesús, instituye la Santísima Eucaristía, establece el Sacerdocio y el Mandamiento sobre la Caridad Fraterna.

Es bueno aclarar que no debemos olvidar que la costumbre judeo-cristiana considera el inicio del día, desde sus vísperas., por lo que la Misa de la Última Cena se celebró al inicio del Viernes Santo.

La costumbre de utilizar el nombre de Triduo Pascual para los actos de conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor  Jesucristo data de tiempos recientes,  1930. Sin embargo ya en el siglo IV San Ambrosio y luego San Agustín lo mencionan con términos semejantes.

El Triduo Pascual no obstante de componerse de tres sucesos diferentes son acontecimientos en unidad de continuidad. La unidad del Triduo está en el mismo Cristo, ya que cuando Él aludía a su Pasión y Muerte, nunca las disociaba de su Resurrección.


El Evangelio habla de ellas en su conjunto:
"Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de Él, lo azoten y lo crucifiquen y al tercer día resucitará." (Mateo 20, 17-28)

La unidad del Misterio Pascual tiene algo importante que enseñarnos, nos dice que el dolor  no solamente es seguido por el gozo, sino que ya lo contiene en sí mismo.


El Triduo también se refiere a los tres días a los que se refirió Jesús cuando dijo: "Destruid este templo y en tres días lo reedificaré". (Juan 2, 19)

Las diferentes fases del Misterio Pascual se extienden a lo largo de los tres días, como en un tríptico: cada uno de los tres cuadros ilustra una parte de la misma escena, juntos forman un solo todo. Cada cuadro es en sí completo, pero debe ser visto en relación con los otros dos.


Resumen de la Liturgia General del Triduo Pascual

Jueves Santo: En este día en cada Iglesia la Misa es única, y según una antiquísima tradición de la Iglesia, en este día están prohibidas todas las misas sin pueblo. 
  • El Sagrario debe aparecer abierto y vacío. 
  • La Comunión de hoy se hace del Pan Consagrado en la misma Eucaristía. 
  • El canto del Gloria se canta con solemnidad. 
  • El lavatorio de pies no debe omitirse. 
  • Concluida la misa se reserva el Santísimo Sacramento que será utilizado en la comunión de los fieles el Viernes Santo. 
  • Terminada la Santa Misa las cruces que haya en la iglesia serán cubiertas con un velo de color oscuro o morado. 
  • No se deben encender velas ni lámparas.


Viernes SantoEl Viernes Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el calvario. Este día es de Penitencia obligatoria y de abstinencia y ayuno

Las celebraciones tradicionales para este día son:
  • El Vía Crucis que tiene lugar en la mañana y se lleva a cabo generalmente dentro del templo y los fieles recorren en procesión las 14 estaciones o pasos que representan, cada una, diferentes acontecimientos del recorrido de Jesús en su camino hacia la crucifixión.
  • Meditación de las 7 palabras. Es el recuerdo viviente de las Siete frases que pronuncio Jesús en la cruz. Las que son relacionadas con un tema del mundo religioso actual, y las que son interpretadas por un sacerdote designado para tal ocasión. En algunos lugares esta santa alocución puede ser encargada a un laico.
  • Santo Oficio de la PalabraEn este día, no se celebrará la Eucaristía, en señal de luto por la muerte de nuestro señor Jesucristo, en su lugar se lleva a cabo el Rito Sagrado de la Palabra. En donde el punto principal corresponde a la lectura del Evangelio de San Juan que narra toda la pasión y muerte de Jesús.
En esta celebración el sacerdote lleva vestiduras de color rojo, color de la sangre del Martirio de Nuestro Redentor.
Es tradición que la liturgia de la palabra termine hacia las tres de la tarde, presunta hora de la muerte de Jesús. 
  • La Comunión se distribuirá a los fieles durante la celebración de la Pasión del Señor. 
  • En algunos lugares después de la Muerte de Jesús, al anochecer, se lleven a cabo Procesiones alusivas al Duelo, como la Procesión del Silencio o la del Pésame a la Virgen María, Madre de Dios.
  • Todas estas Celebraciones y Ritos deben de concluir antes de la Vigilia Pascual.
  • Está prohibido que en este día se celebre cualquier Sacramento.


Sábado Santo: Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor.
  • Meditando su Pasión y Muerte y 
  • Esperando en Ayuno y Oración su Resurrección.


Domingo de Pascua o de Resurrección o de Gloria: Se inicia con la Vigilia de Pascua, la Vigilia más Santa de todas las vigilias, conmemorando la Noche Santa  en que el Señor resucitó.

La Eucaristía del Domingo de Pascua conmemora solemnemente la Resurrección del Señor, día en que Cristo ha vencido a la muerte y es el pilar espiritual que sostiene toda nuestra religión. 

¡Es el misterio más grande de nuestra fe 
y la base fundamental de nuestras creencias!

Y como tal es el suceso,  lo festejamos con esplendor y abierta alegría en nuestros corazones porque ese día las puertas del cielo se abren para toda la humanidad. Y al encenderse el Cirio Pascual, la luz eterna de la salvación, ilumina a todos los seres humanos, y  que cegados por la pureza de esta luminosidad divina, damos infinitas gracias a Dios.



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado


¡¡¡Viva Cristo Rey!!!


miércoles, 18 de marzo de 2015

La Virgen María en la Cuaresma y en la Pasión de Jesús.

¡Oh dulcísima Virgen María, Santa Madre de Dios, permite que en este preámbulo de la Inmolación de tu Divino Hijo, intente  describir lo indescriptible, sentir en el alma el éxtasis de un dolor que solamente tú, oh reina mía, pudiste experimentar!

El próximo viernes de la quinta semana de Cuaresma, la liturgia establece un Rito Ceremonial que recuerda el infinito sufrimiento y dolor de la madre de Jesús, nuestro Redentor.

No hay testimonios, ni de palabra ni de escritura que nos digan qué sucedía en María durante las horas terribles en que su Divino Hijo fue traicionado por uno de sus discípulos y entregado al romano Pilatos para ser juzgado como un vulgar criminal. Y que éste lavándose las manos le arrojó a la miserable muchedumbre que pedía a gritos su vida para saciar la perversidad de sus insensibles corazones.

María, de seguro, no desconocía lo que estaba sucediendo con su amadísimo y Divino Hijo... ¡Cuán grande sería la angustia y el dolor que se clavaban en su bendito corazón ante el palpable horror de los abominables hechos! 

Era una herida de la espada que atravesaba su corazón, tal como se lo había predicho el anciano Simeón, el día de la presentación al templo del pequeño Jesús.

Tal vez, también la Santísima Madre, fue testigo presente de todos los insultos, oprobios  y vejaciones con que la bestialidad del populacho y la incultura de la soldadesca romana laceraron el cuerpo de Jesús, su Divino Hijo.

Imaginémonos qué tribulación tan inmensa sacudieron en esos horrendos momentos las más sensibles y finas fibras de su celestial alma. Solo la fe y la obediencia a la voluntad de Dios, una vez más, le dieron la fortaleza para soportar en silencio y con humildad su dolor de madre.

El Viernes Santo, la Virgen  María acompañó a su amado hijo durante todo el camino de pasión hacia la cima del Gólgota. Lo hizo calladamente, observándolo de lejos, con el corazón atravesado por  el dolor de la espada profética de Simeón. Sus delicados piececitos sangraban heridos por el filo de los cascajos del camino al Gólgota. Y al unísono sangrado interno de su amor de madre, sus dulces ojos derramaban lagrimas de infinita amargura.

Llegó el momento tan ansiado por ella, cuando Jesús con su cruz a cuestas, divisó a su madre en la multitud y sus miradas se cruzaron, ¡qué dulce conjunción de amor y de dolor!, ¡qué sinfonía de amalgama de hijo y madre en una callada caricia de majestuosa y mutua divinidad!.

Y siguió el cortejo del sacrificio del Cordero de Dios, y llegando al final del camino en la tierra se iniciaba el de la Salvación de la Humanidad. Y Jesús fue clavado en la cruz y su madre observaba y lloraba, y junto a su amado hijo sufría también su  propia agonía. 

Jesús viéndola la ungió como madre nuestra diciendo "Mujer he ahí a tu hijo" refiriéndose a Juan y con él a todos los hombres, y luego para confirmar lo primeramente expresado,  le dice a Juan  "He ahí a tu madre".

Y se cumple lo decretado por la Voluntad de Dios, Jesús expira en la cruz y los hombres han obtenido a cambio de su muerte la vida eterna.

El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su Santísima Madre que sollozando y envuelta en el más inmenso sentimiento de dolor y amor, recuerda  la primera noche del nacimiento de Jesús en Belén,  en que le dio toda la alegría y toda la ternura, cuando lo estrechó en sus brazos y lo acercó a su corazón.


¡Dulce Virgen María, amor de mi vida, consuelo de mis pesares, 

hoy quiero acompañarte en tu Vía Crucis, 

siguiendo a Jesús, para darle a Él mi vida,

y a tí mi corazón!.



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

jueves, 12 de marzo de 2015

El Poder de Nuestra Fe.


¡Cuán a menudo hacemos oración y plegarias en busca de una solución a nuestro problema...  y no nos vemos favorecidos por la Divina Providencia en la resolución de lo que hemos solicitado!

En ese momento, nos embarga un sentimiento de amarga desilusión porque no hemos recibido la ayuda que pedimos y que esperábamos nos fuera concedida.

Meditamos sobre la forma en que hicimos la petición y no encontramos nada que fuera impedimento para que Dios, con su infinita misericordia nos pudiera complacer y un tanto desilusionados reprochamos la negativa Divina.

Ahora bien, veamos cómo y por qué no hemos obtenido el favor solicitado.

Dios no es una tienda de venta de consumibles ni una tienda de autoservicio en donde podemos adquirir lo que queremos tener.

Dios es nuestro Creador y Dueño de nuestra vida, tanto material como espiritual.

Primero debemos saber cómo pedirle las cosas a nuestro Dios, 
  • No debemos exigir, debemos siempre rogar, pero rogar humildemente sin poner como coadyuvante la cantidad de oraciones empleadas ni las veces que le hemos rendido adoración especial. ¡No! Dios no escucha al que se cree merecedor de su misericordia por lo que ha hecho sino por lo que está haciendo en el momento de su ruego.
  • Es deber imprescindible nuestra total confianza en la respuesta que obtendremos de Dios, sea ésta positiva o negativa a nuestras personales expectativas.  Es decir positiva cuando se cumple la solución a nuestro problema y negativa cuando no pasa nada o suceden hechos muy contrarios a lo que hemos solicitado.
  • Bien, Dios sabe lo que hace y lo que es bueno para nosotros. Él nunca va a permitir o proponer algo que vaya en contra nuestra, si nos dio la vida por el infinito amor que nos tiene, ¿Cómo crees que va a originar algo que nos sea dañino y malo?.... ¡Eso nunca pasará!
  • Siempre que te permitas dirigirte a Dios para solicitarle un favor verdaderamente especial tienes que decirle con honestidad y sinceridad que se haga la voluntad de Él y no la tuya. Dios sabe qué es lo que acontecerá con su decisión aunque tú no lo comprendas, al final una negativa se transformará en algo que será benéfico para tu vida tanto física como espiritual.
  • ¡Otra cosa muy importante!... Las respuestas de Dios no son “Respuestas Express” pueden tardar en lo que es para ti la duración del tiempo, pero para Él primero estás tú y tu salvación. Recuerda que Dios envió a su único Hijo, Nuestro Señor Jesucristo para salvarnos y darnos la vida eterna, por lo tanto su respuesta debe ser aceptada con humildad, con amor y con agradecimientoSobre todo con Agradecimiento, porque esta respuesta es un beneficio recibido de Dios.
  • Un punto de suma importancia es la Fe. La Fe es creer en lo que no vemos, ni oímos, ni sentimos… La Fe es algo más grande y divino que nos fue entregado por Dios como un don a través del Espíritu Santo, y si lo que hacemos en nuestra relación con Dios carece de verdadera Fe, no llegará ni una de nuestras palabras y ninguno de nuestros pensamientos al entendimiento de Dios.

Alguna vez alguien me preguntó ¿Qué es la Fe? Y sin pensarlo mucho le respondí: “Fe es decirle Mamá a tu mamá"...
después de una larga explicación esa persona entendió rudimentariamente lo que era la fe. Ahora tú pregúntate… 

¿Por qué sé que mi mamá es mi mamá?... 

Otra respuesta de la fe es la oración del CREDO, es un compendio total de la Fe, de nuestra Fe.
  • Por último, por no ser lo primero, siempre que quieras pedir algo a Dios, hazlo a través de un intercesor ya sea el santo de tu devoción o la Santísima Virgen María, madre de Dios. 
Personalmente siempre lo hago a través de la Inmaculada Virgen María Madre de Dios. Su ternura y amor de Madre siempre me han protegido y ayudado en toda mi vida desde que nací y hasta que sea el último día que Dios me permita transitar por este mundo.



Alabado y Adorado sea por Siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

miércoles, 4 de marzo de 2015

El Papa Francisco nos sugiere...


En estos tiempos de Cuaresma, tiempos de penitencia, reflexión y conversión, debemos prepararnos adecuadamente para celebrar con júbilo, en un corazón renovado, la Pascua de Resurrección

¡La máxima expresión de nuestra fe y amor por Nuestro Redentor, 
Jesucristo, Dios y Señor de toda la humanidad!


El Papa Francisco durante las últimas homilías dichas en la celebración Eucarística diaria, que celebra en el Domus de Santa Marta, entre otras cosas ha mencionado que la hipocresía es uno de los peores pecados cometidos por los hombres y que más disgustan a Dios.


Menciona que los Maestros de la Ley y los Fariseos son el icono más representativo y elocuente del hipócrita, aquel que finge o aparenta cualidades que no se tienen.

Mateo 23, 2-7; 29 "Los Maestros de la Ley y los Fariseos han ocupado el puesto que dejó Moisés. Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten,  porque ellos enseñan y no practican, todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Miren esas largas citas de la Ley que llevan en la frente y los largos flecos de su manto. Les gusta ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos reservados en las sinagogas. Les agrada que los saluden en las plazas y que las gentes los llamen Maestro. Ay de ustedes, Maestros de la Ley y Fariseos que son unos hipócritas."

Lo anterior nos sirva para reflexionar sobre nuestras acciones durante la Cuaresma, los Vías Crucis, Retiros Espirituales y otras manifestaciones de penitencia; ¿las hacemos para que nos vean los demás? ¿o para manifestar lo que verdaderamente sentimos en nuestros corazones, nuestro humilde amor por Cristo y lo que significa su inmolación para nuestra salvación?.

Además de las manifestaciones colectivas de Penitencia Cuaresmal, existen y muy importantes son las que hacemos nosotros solos, sin espectadores ni testigos, de aquellas que solo ve Dios que todo lo sabe y todo lo ve.

Primeramente seamos verdaderamente humildes, por más que creamos que nuestra ofrenda a Jesús es la más pura y sincera, pensemos de corazón que nos es lo suficientemente digna de lo que merece nuestro Dios.

Despojémonos de toda mancha de orgullo y vanidad personal y seamos en nuestra presentación a Dios como el más pequeño e insignificante de sus hijos, que no aspira otra cosa que agradecer por tener un Dios tan bueno como el que tenemos y por quien daríamos amorosamente la vida que Él nos regaló.

Cada día de Cuaresma hagamos una acción que agrade a Dios, privarnos penitencialmente de algo que nos gusta, una fruta, una telenovela, un juego de futbol, escuchar música, ver al novio o la novia, o cualquier otra actividad que nos proporcione una satisfacción principalmente de orden material o física.

Otra forma de mostrar nuestro amor a Dios personalmente es también dar una ayuda a los pobres, visitar a un enfermo, llamar a un amigo distanciado, en fin hay tantas maneras , que cada uno sabe que es lo que puede dar de lo que no le sobre sino de lo que verdaderamente necesite y lo quiera compartir con su prójimo.

¡Esta es la verdadera penitencia, 
la que es agradable a nuestro creador!

Haz cada día una buena acción de corazón y te estarás preparando para celebrar la Pascua de Resurrección con la humilde satisfacción de haber con ella dado de beber una gota de dulzura al Cristo crucificado y sediento de amor, que padece cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo por la despiadada ingratitud de un mundo sumido en las tinieblas de su propia maldad.

Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!