jueves, 24 de febrero de 2011

Testimonio Milagro de Fe

Son muchos los testimonios que cimentan las bases de nuestra creencia y nos hacen crecer en nuestra fe. Esta semana expresamos nuestros sentimientos y nuestra humilde opinión, guiados siempre por la sabiduría del Espíritu Santo.


Testimonio según la definición del Diccionario de la Lengua Española es:
Una declaración en que se afirma o asegura una cosa.
Una prueba, justificación y comprobación de la certeza o existencia de una cosa.


Para nosotros, es una prueba de la omnipotencia de Dios y su existencia.


La Eucaristía es el más grande, excelso y santo Sacramento en el que están presentes verdaderamente la carne, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. En la historia de la Santa Iglesia Católica han ocurrido más de 400 testimonios Eucarísticos y entre ellos uno de los más impresionantes es el de Lanciano, Italia ocurrido en el año 700.

Relata el testimonio la historia de un monje que continuamente se veía atacado por grandes dudas acerca de la presencia de Cristo en la Hostia Consagrada. Un día mientras celebraba la Santa Misa y en el momento que pronunciaba las palabras consagratorias nuevamente fue acosado por la duda y fue en ese preciso instante que la hostia se convirtió en la Carne y el vino en la Sangre Viva de Nuestro Señor Jesucristo. El monje conmocionado y llorando volteó hacia los presentes y les manifestó lo sucedido invitándolos a que se acercaran al altar y comprobaran el milagro. Y he aquí que después de 13 siglos, la carne y la sangre de Cristo permanecen frescas e incorruptibles a la vista y presencia de todos.

La iglesia y la ciencia han sometido esta carne y esta sangre a diferentes estudios científicos que han dado una respuesta segura y exhaustiva acerca de la autenticidad del milagro Eucarístico de Lanciano, afirmando que:
  • La carne es verdadera carne

  • La sangre es verdadera sangre

  • La carne y la sangre pertenecen a la especie humana

  • La carne es del tejido muscular del corazón

  • La carne es un corazón completo en su estructura esencial.

  • La carne y la sangre tienen el mismo grupo sanguíneo (AB)


Su conservación, aún dejadas al estado natural por espacio de 13 siglos y expuestas a la acción de agentes atmosféricos y biológicos, es de por si un hecho extraordinario.

Hermanos, ¡Jesús está vivo en la Sagrada Eucaristía! lo dice y corrobora este testimonio grandioso, pero también hoy día a día tenemos testimonios de gente humilde que nos conmueven y fortalecen nuestra fe. He aquí dos testimonios sencillos para la gloria de Jesús Sacramentado.

Hace algunos días una señora se acercó y nos dijo:


  • Quiero que sepa hermano porque estoy tan feliz de venir a mi Hora Santa, porque desde que visito al Santísimo soy otra, Él ha hecho que muera en mi el YO y nazca el TU.

¡¡Sabias palabras de humildad y amor al prójimo!!

El segundo testimonio fue de un señor ya mayor que dijo:

  • Hermano, sepa que Dios esta aquí y escucha lo que uno le pide, a mi me ha hecho un gran milagro, y casi con lagrimas en los ojos, continuó, ¡A partir de hoy voy a venir dos horas... aunque ya no me haga más milagros, con el que me hizo ha abierto su corazón para que entre el mío y jamás dejaré de adorarlo!


Prueba indudable de fe y amor al Santísimo.

El primer testimonio narrado, el de Lanciano y el de los dos adoradores son por sí mismos, llamas que encienden nuestra Fe y abrazan nuestros corazones de amor a la Sagrada Eucaristía.


Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado.



¡¡¡Viva Cristo rey!!!!

jueves, 17 de febrero de 2011

Cinco Gracias Espirituales que recibimos en la Adoración al Santísimo.




Es indudable que además de los favores que nos concede Jesús Sacramentado en cada Hora Santa que pasamos en su compañía solicitándole su ayuda en algún problema, también Él, sin que se lo pidamos nos da Cinco Gracias Espirituales, que son los frutos de nuestra presencia en la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua, y son:

  • Santificación.- La forma más eficaz de crecer en Santidad es pasar tiempo con Jesús en el Santísimo Sacramento. Ciertamente conforme vamos amando a Jesús Vivo, cada día nuestro espíritu se va compenetrando con el de Jesús y nuestro corazón de piedra lo vamos cambiando por el de Él que es de Amor y Ternura.


  • Reparación.- Cada Hora Santa es un consuelo para el corazón de Jesús por aquellos que rehúsan acercarse a Él. La adoración es un gran acto de entrega que repara el mal que hay en el mundo. ¡Oh Jesús, conscientes de tu gran amor por nosotros te ofrecemos esta hora Santa en reparación por la ingratitud del mundo, que las espinas de la indiferencia que se clavan en tu corazón por obra de esta hora se conviertan en flores que arrullen con su perfume tu bendito corazón!.


  • Transformación.- Cada momento dedicado a estar frente el Señor profundiza nuestra unión con Cristo, somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso. Jesús recompensa la fe de todos los que vienen a El y hace brillar sobre cada persona su gloria bañando a cada uno con la luz de su belleza para que cada momento pasado ante su presencia eucarística, nuestra alma sea más gloriosa y más bella para el cielo.

  • Salvación.- Cuando Jesús ve nuestra fe al acercarnos al Santísimo Sacramento nos hace capaces de conocer la dulzura de su amor que excede a todo conocimiento, para que así podamos en el Reino de los Cielos gozar de su gloria.


  • Restauración.- En la Eucaristía, el mismo Jesús del Evangelio permanece con nosotros. Con nuestra fe le tocamos y Él Derrama su poder sanador sobre nosotros y el mundo entero. El puede convertir a los más grandes pecadores en los más grandes santos y sacar el mayor bien del más terrible mal. “El no viene para los que se creen justos ni para los sanos, sino para los pecadores y los enfermos porque no necesitan médico los que están fuertes!... El hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.



  • Hermanos, que sea la fe el resplandeciente estandarte que guíe nuestros espíritus a la gloriosa presencia de Jesús Sacramentado, alabémosle y adorémosle con la sincera humildad de nuestros corazones. Hagámoslo con fe, espontáneamente de la forma en que podamos sentir en nuestras almas el infinito amor que sentimos por Él; ya sea con una oración o con la sencilla plática del hijo ante el padre o en la lectura de cualquier libro o escrito que glorifique a Dios, a su Hijo y al Espíritu Santo, sobre todo con fe. Él sabe lo que queremos decirle y conoce que lo hacemos con fe y amor, por lo tanto no tratemos que nuestros pensamientos terrenales se impongan a nuestra sinceridad espiritual que es lo que mas aprecia el Señor.


    Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado.

    ¡¡¡Viva Cristo Rey !!!

    jueves, 10 de febrero de 2011

    Una llamada más... ¿Será la última?


    La nota de esta semana no tiene dedicatoria especial, es solo una reflexión personal a raíz de un acontecimiento que muestra la indiferencia humana hacia la Sagrada Eucaristía, a Jesús Sacramentado, a Dios Vivo en la Divina Hostia.

    En días pasados concurrí al Santo Sacrificio de la Misa en un templo --cuyo nombre no es necesario señalar... puede tratarse de cualquier templo católico, en cualquier país o en cualquier ciudad-- y como fiel devoto de la Adoración Eucarística, decidí visitar al Santísimo en el Sagrario.
    Era temprano y no habían sonado aun las campanadas de la primera llamada, afuera en el atrio de la iglesia, unos jóvenes y niños jugaban alegremente, dirigidos por catequistas que si bien no participaban en el jolgorio juvenil, vigilaban prudentemente el desarrollo del evento.

    Dentro del templo solo había dos personas, una señora sentada en una de las últimas bancas, en actitud de no hacer nada. Mas adelante estaba un señor recostado en la primera o segunda banca, totalmente dormido. Y frente al Sagrario con exposición de la Sagrada Fórmula ¡no había nadie!.
    Sólo Dios, esperando que sus hijos muy queridos le fueran a visitar, a llevarle un pedacito de su agradecimiento por lo tanto que hace por nosotros.

    ¡Qué soledad tan lacerante sentí en el corazón!
    ¡Qué frio de indiferencia me heló el alma toda!...
    Y el dolor tan profundo que me atravesó, me hizo expresar en silencio y con lágrimas en los ojos: “Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

    Este episodio llenó mi ser de doloroso recordatorio... el de nuestra Capilla de Adoración Eucarística Perpetua, que hay muchas veces que se queda con un solo adorador y peor que eso, hay oportunidades en que los adoradores que les toca su Hora Santa, ni se presentan a cumplir con ella, teniendo que suplirlos el hermano que viene haciendo la hora anterior.
    ¡Qué falta de amor a Jesús, qué ofensa al Santísimo, qué falta de fe de aquellos hermanos que no cumplen lo prometido a Dios!.
    No les estorba el peso de su falta en su conciencia, reniegan de su fe y vuelven a crucificar en el olvido a Él, que repleto de infinita misericordia tanto les ama que los perdona.

    Y nuevamente les llama diciéndoles. “¡Ven!... Tengo sed de tí.”

    Gracias a Dios no todos rompen su juramento, hay muchos hermanos que aman verdaderamente a Jesús Sacramentado y creen firmemente que Jesús Vivo está presente en la Hostia Sagrada. No los atemoriza ni el clima, ni la soledad de la noche, ni la amenaza de algún delincuente. Ellos saben que Dios nos protege y solo lo aman con el amor infinito que les da la fe y que confirman sus actos.
    Hermanos alejados, ¡¡vuelvan al redil!!, su Pastor Celestial, Jesús Sacramentado, les ama y les llama... ¡Escuchen su imploración arrepentidos vuelvan a Él, no vaya a ser que sea esta la última llamada?


    Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado.
    ¡¡¡Viva Cristo rey!!!

    jueves, 3 de febrero de 2011

    Amar a Dios sobre Todas las Cosas

    Amar a Dios sobre todas las cosas, es el Primer Mandamiento de la Ley de Dios, base y fundamento del comportamiento humano con respecto a la voluntad de Nuestro Señor. Es pues nuestro deber, obligación y signo de obediencia el dar a Dios todo nuestro amor por encima de todas las personas o cosas que nos rodean.

    Dios Nuestro Señor, es el signo que rige nuestras vidas y nuestro destino, es el sol de nuestra vida presente y futura. No hay nada ni nadie que esté por encima de Él. Jesús resumió con estas palabras los deberes del hombre para con Dios:

    “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.”


    ¿Cómo debemos amar a Dios?
    • Hay muchos caminos para llegar a este punto, lo importante y primordial es hacerlo con sinceridad y con la verdad de nuestros corazones, sin que exista la mínima duda o hipocresía en nuestra intención.

    • Que nuestra actitud merezca la aprobación de nuestra conciencia y la complacencia de nuestro señor, que podamos percibir en nuestras almas el regocijo de los ángeles del cielo por nuestras acciones y en dulce coro alaben al creador, y que la paz y amor de Dios envuelva todo nuestro ser.


    • ¿Cuándo debemos amar a Dios?

    • Definitivamente, en todo y cada momento de nuestra vida, sin recortes ni mezquindad. Hagámoslo cuando vayamos a dormir, cuando despertemos, cuando trabajemos, cuando descansemos, en fin en todos nuestros actos tanto físicos como espirituales, demostremos a Dios nuestra alegría de hacer su voluntad y con una sonrisa en los labios y con el amor en nuestros corazones digámosle:



    • ¡Señor,
      Tu hijo más humilde quiere ofrecerte esta acción en sencilla señal de obediencia y amor a la infinita ternura, comprensión y misericordia que Tú me ofreces cuando me aparto del camino que a Tí me conduce.
      Esto que estoy haciendo, lo hago poniéndote por encima de todo lo que signifique para mí, porque, Dios y Señor mío, a Tí y solo a Tí te amo sobre todas las cosas!


    ¿Por qué debemos amar a Dios?
  • Debemos amar a Dios por Agradecimiento, por Fe y por ser nuestro Deber de hijo para con el padre.

  • Agradecimiento por todo lo que nos da y nos ha dado, hasta entregar a Jesús su hijo muy amado para la redención de nuestros pecados.

  • Fe, porque sin ella, si el Espíritu Santo no nos la hubiera dado, nada seríamos.

  • Y por el deber de obediencia a nuestro Padre Celestial aceptando siempre su infalible voluntad.




    • Hermanos, es nuestro deber, nuestro eterno gozo e infinito agradecimiento cuando acudimos a la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua para adorar a Jesús Sacramentado. Y por intermedio del Hijo, rogarle a Dios Padre que nos bendiga y nos permita seguirle amando en la tierra temporalmente para luego adorarle en el cielo por toda la eternidad.

      ¡¡¡Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado!!!