miércoles, 8 de enero de 2014

El Por Qué No Nos Acercamos a Dios



Nuestro Dios es un Dios de Misericordia, Bondad y Amor. Continuamente nos perdona por los pecados cometidos y nos llama siempre para que estemos a su lado, sea cual fuere, la ofensa con la que le hayamos agraviado; ¡Su Misericordia y su Amor por los hombres son infinitos!

Más sin embargo, nuestros oídos casi siempre permanecen sordos a su llamado. El hombre ignora a su Dios y responde a la convocatoria del maligno que le atrae con sus proposiciones materiales.

Dios, en la demostración de su amor infinito por nosotros,  envió a su Hijo muy amado para redimirnos  del pecado  y darnos la felicidad de la vida eterna, mediante su Sacrificio, y no obstante esta irrefutable prueba del infinito amor que nos tiene Dios y de las palabras de Jesús su Unigénito llamándonos al bien, no lo escuchamos y seguimos sordos a su convocatoria, aún hasta por su muerte en la Cruz.

Jesús sigue clamando: 



  • “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn 10,11)
  • “Yo mismo apacentaré mis ovejas y las llevaré a reposar,… buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma” (Ez34, 15-16).
  • “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.” (Jn 7,37). 
  • “Al que venga a mí, no lo echaré fuera.” (Jn 6,37). 
  • “Yo soy el camino, la verdad y la vida.” (Jn 14, 6).


¡¡Qué más testimonio que estas palabras dichas por el mismo Jesús Nuestro Señor, pidiéndonos que vayamos en su búsqueda y encuentro!! Pero no… seguimos obstinados en el ingrato rechazo a su clamor.

Muchas son los motivos que los seres humanos empleamos como justificación para no acercarnos a Dios. Entre los más comunes y repetitivos podemos mencionar los siguientes:

  • Falta de paciencia en esperar la misericordia de Dios. Muchas veces los católicos tibios,  cuando tienen un problema grande, se acuerdan de Dios y empiezan a pedirle con vehemencia la solución de su dificultad; y como ésta no llega de inmediato como es su deseo, se alejan de Dios y buscan otros medios que los ayuden; cayendo por ende en la creencia en brujos y espiritistas y aún en casos más graves, buscando en sectas y falsas religiones,  el calmante para sus males.
  • La pereza espiritual de acudir a Dios sin la oración continua y persistente que salga del corazón y que llegue a Nuestro Creador como una súplica humilde en lugar de una exigencia prepotente y vanidosa.
  • Ausencia de fe en nuestro pedido de ayuda. No tenemos la base fundamental de nuestra iglesia y si la tenemos, es una fe débil y sin fortaleza, porque la que recibimos del Espíritu Santo el día de nuestro Bautismo, yace olvidada en un rincón de nuestra alma, ahogada y moribunda por nuestra soberbia de suficiencia personal.
  • No cumplir la voluntad de Dios, sino la nuestra. Ignoramos que todo lo que nos sucede en nuestras vidas tiene un fin predeterminado por Dios para su plan salvífico que es nuestra redención y vida eterna. Y solo confiamos en la presunción de salvarnos sin ningún mérito.


Queridos hermanos, estos son los principales motivos que no nos permiten acercarnos a Dios y a su amado Hijo Jesús, Señor Nuestro. Para vencer estas inclinaciones infieles  generadas por el maligno, poseemos las gracias que Dios nos regala y que muchas veces rechazamos consciente o inconscientemente. 

Dios Todopoderoso por intermedio del Espíritu Santo nos entrega con todo su amor los antídotos para contrarrestar el vil sentir que nos inyecta el demonio en nuestras almas.

Estas gracias y dones son, en su enunciado, las que corresponden a los motivos señalados: 

  • Paciencia
  • Diligencia y Humildad
  • Fe
  • Temor de Dios


¡Acudamos presurosos al encuentro de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, que en la Hostia Sagrada, Bendita Eucaristía, nos espera con los brazos abiertos, tal como nos lo recuerda Jesús en la cruz, y con su infinito amor como nos lo confirma con su Santa Muerte y Gloriosa Resurrección!




Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!





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