miércoles, 15 de enero de 2014

¡Basta Ya!... sabed que Yo Soy Dios


“Paren y reconozcan que soy Dios, aclamado por pueblos y naciones.” (Salmos 46, 11)
¿Qué significan las palabras del título e igualmente las palabras del Salmo 46, 11?

La respuesta hay que meditarla  en el pleno conocimiento y entendimiento de la pregunta, encierra ella la disyuntiva de afirmar que la paciencia de Dios tiene un límite. Hay hechos en la Biblia que nos sugieren que Dios puede tener un colmo.

Cuando Adán y Eva fueron arrojados del paraíso; cuando en época de Noé envío el Diluvio Universal; cuando la destrucción de Sodoma y Gomorra; cuando envíó las plagas a los egipcios por faltar el Faraón a su promesa de liberar al pueblo judío.

¿Son éstas, muestras de las gotas que rebasaron el vaso de la Divina Misericordia de Dios?...



Pensemos y recapacitemos sobre la situación actual del espiritualismo, de la moral y de la religiosidad en el mundo.

Los hombres hemos desterrado de nuestros corazones el amor que Dios nos dio, para amarlo a Él, primeramente, y a nuestros semejantes y lo hemos reemplazado por la preferencia a los placeres materiales, pisoteando preceptos morales y olvidándonos de nuestro Padre Celestial.

Crisis suprema de valores, que nos azota como un vendaval de tinieblas y cegados por su oscuridad, no podemos ver la luz del faro divino, que nos orienta para llevarnos a Dios.

El hombre atenta contra el hombre, quitándole la vida, que es la creación y don de Dios. Lo hacemos por el  dinero, por el poder, por envidia, por las drogas, en fin... por el mal mismo, que ha echado raíces en nuestras almas.

Y como culmen de nuestra horrible maldad quitamos la vida a un ser engendrado, asesinando sin piedad a una inocente criatura, truncando así, una esperanza, silenciando una ilusión.

¿Y hasta cuando soportará Dios la ignominia de los hombres?

¿Hasta cuando dejará de escuchar a Jesús, su Divino Hijo, interceder por una contumaz pecadora humanidad?

El fin de los tiempos ya asoma su perfil en el horizonte. Las trompetas que anuncian el Juicio Final, prestas se encuentran  en las manos de los ángeles que esperan las órdenes de Dios.

Mientras tanto, ciegos ante la luz de la verdad, sordos ante la voz de nuestra conciencia vamos de la mano del maligno hacia nuestra eterna condenación.


¡¡Basta ya!!.  Despertemos de nuestra inconsciencia, renunciemos al pecado y de corazón, verdaderamente  arrepentidos, roguemos a Dios su perdón.

Hagamos oración, hagamos penitencia y recordemos que Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre y vino al mundo para nuestra salvación. El murió en la cruz para el perdón de nuestros pecados, no permitamos que su sacrificio sea inútil.

Jesús nos llama con sus palabras, con su amor, con su ejemplo, volvamos ya a su lado, a su corazón, y arrojando el mal que nos corroe, hagamos su voluntad, amémoslo nuevamente, como Él siempre nos ha amado.

Queridos hermanos, llenemos nuestras Capillas de Adoración Eucarística Perpetua, con la fuerza que nos da el Espíritu Santo, con la fe que  derrama sobre nosotros Jesús Sacramentado y roguemos a Dios Padre que nos perdone y perdone a la humanidad porque no sabe lo que hace.

Y para sellar nuestra firme intención, pidamos a la Santísima Virgen María, nuestra Madre Celestial, símbolo de la pureza y del  amor más grandes, que sea nuestra intercesora de nuestro ruego de perdón, ante Dios Padre Todopoderoso.



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!



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