miércoles, 20 de abril de 2016

El Milagro de la Santísima Eucaristía se Repite a Diario.


En verdad, el Milagro de la Santísima Eucaristía se nos presenta diariamente y allí está presente ante nuestros ojos y muchos no lo queremos ver. 

Jesús Sacramentado en Cuerpo y Sangre esta allí, transubstanciado en la Sagrada Hostia, esperando que lo descubramos con la percepción espiritual de nuestras almas, con la fuerza reveladora de nuestra fe y con el infinito amor que Él mismo nos sembró en el corazón, el día de nuestro Bautismo.

En el hermoso silencio arrobador de la Consagración, durante el Santo Sacrificio de la Misa, al momento que el sacerdote eleva la Hostia, allí está Jesús Vivo mostrándose amoroso en la entrega total de su divinidad a toda su grey amada.

Y no obstante del glorioso momento en que somos participes del milagro de nuestra fe, algunos, no sé si muchos o pocos, no nos sentimos atravesados por el  bellísimo resplandor de la presencia real de Nuestro Dios y Señor.



¡Qué milagro de amor tan sublime
siente el alma en éxtasis 
de supremo y divino encantamiento, 
y  nos acaricia la celestial paz
que solo nos puede dar 
la infinita dulzura de Jesús,
el Hijo de Dios y de la Santísima
Virgen María, cuando le adoramos 
en el Recinto Sagrado de su gloria,
la Bendita Hostia Consagrada.!

Este arrobamiento espiritual
que el alma y corazón sienten
es la señal de luz que ilumina
las tinieblas de nuestro sentido material. 


Es el sello que nos marca indeleble
con la sangre derramada 
por Jesús en la cruz, 
es la unión eterna de nuestro ser
al Padre Celestial, al Hijo Terrenal
y al Santo Espíritu Sobrenatural. 


Esto y aún más,
de lo que es imposible describir con palabras, 
es nuestro amado y adorado 
Jesús Sacramentado, Divina Eucaristía, 
Sagradísimo Tabernáculo, Hostia Inmaculada,
cuerpo y sangre fundidos
en un único sublime crisol, 
milagro de amor
piedra angular de nuestra fe, 
principio sin fin, fin sin principio, 
vida, muerte y resurrección, 
vida eterna, muerte temporal, 
Resurrección Triunfal

Jesús vida mía, 
déjame a tus pies morir
para que en mi ultima agonía
pueda yo, indigno pecador,
besar de tus pies las huellas,
que me guiaron a tu encuentro
en tu reino celestial. 

Esta es la voz de tu pueblo 
Adorador Eucarístico Perpetuo, 
este es el sentir de tus siervos 
que anhelantes de tu amor
acuden con fervor donde moras, 
para colmarte de bendiciones 
y humildes rogarte que jamás 
les permitas faltarte y 
menos aún...  olvidarte.


Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario