miércoles, 1 de julio de 2015

¡Qué Solos se Quedan los Muertos!


Revisando libros de otros tiempos, como tratando de hallar en el pasado el tema del presente, me tropecé con la poesía escrita por Gustavo Adolfo Bécquer, “Qué solos se quedan los muertos” la cual me insinuó el título de este artículo.

Quien haya leído este bellísimo poema, sabe que el poeta esencialmente se refiere en su fantasía de innegable exquisitez poética, al cuerpo de un ser fallecido, a la materia inerte, vacía ya del soplo de vida que le dio el creador.

¿Y el alma del difunto?… ¿dónde está?... 

¿dónde va cuando se desprende del cuerpo?...  

¡Sólo Dios y el alma lo saben!

Nuestra Santa Iglesia y su Catecismo, siguiendo las palabras de las Sagradas Escrituras y las del mismo Jesús, nos dan como dogmas de fe, la inmortalidad del alma y su destino después de la muerte.

A nuestro saber, hay tres destinos para el alma después de la muerte:

El Cielo.- La unión del alma con Dios en el Paraíso o sea en la Infinita Espiritualidad de su Amor. Es la justa compensación a nuestros méritos religiosos durante nuestra vida terrenal.

El Cielo es la opción para la cual fuimos creados, pues Dios desea comunicarnos su completa y perfecta felicidad, que además es eterna.
El Cielo es indescriptible, inimaginable, insondable e inexplicable para el ser humano, pues somos limitados para comprender y describir lo ilimitado de Dios… y el Cielo es básicamente, la presencia de Dios en forma clara. (1Jn 3,2) (1 Cor 2,9)


El Purgatorio.- Es un sitio o estado de purificación, donde van las almas que no están suficientemente preparadas para ver a Dios, "Porque al Cielo no entrará nada manchado". (Ap 21, 27b)

Las almas que llegan al Purgatorio ya están salvadas, permanecen allí el tiempo necesario para ser purificadas totalmente. (1 Cor 2, 13-15)


El Infierno.- Es un sitio o estado de castigo, para siempre, de fuego eterno. Pero el peor tormento del Infierno será la separación de Dios para siempre.
Lo primero que tenemos que saber es que el Infierno es un dogma de fe. Es decir, de creencia obligatoria para los católicos. Es también el dogma de nuestra fe que presenta mayor número de textos de la Sagrada Escritura que lo sustentan. 

Mas puede que aparezca con diferentes nombres, Abismo, Horno de fuego, Fuego Eterno, Lugar de Tormentos, Lugar de Tinieblas,  Muerte Segunda, Fuego Inextinguible, etc. (Mt 13,42) (Mt 25,30) (Mt 25,41)


Todo lo expuesto expresa lo que la Santa Iglesia nos enseña para que meditemos sobre sus enseñanzas y reflexionemos sobre el camino que estamos siguiendo en nuestras vidas. 

Tengamos presente que las opciones que se nos dan:  Cielo, Purgatorio e Infierno están sujetas a nuestra voluntad y seremos nosotros, solo nosotros, los que elijamos el destino final de nuestras almas.

No olvidemos que nuestro Dios, es un Dios infinitamente misericordioso y que siempre estará presente cuando solicitemos su ayuda. 

La sinceridad de nuestro arrepentimiento y la vuelta definitiva al camino que Jesús nos muestra, es el medio más eficaz para que nuestras almas puedan algún día contemplar la Divina Luz del  rostro de Dios en los Cielos.

Para terminar les recuerdo que la Santísima Virgen María, Madre de Dios, es la más grande intercesora de nuestras súplicas y ruegos dirigidos a su divino hijo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y en su advocación de la Santísima Virgen del Carmen, es la protectora y abogada de las almas del Purgatorio.

¡Pidámosle que se acuerde de aquellas almas  que hoy están en estado de purificación y que mañana una de ellas podria ser nuestra propia alma!



Alabado y Adorado sea Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!



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