miércoles, 8 de julio de 2015

¡La Santísima Eucaristía, el Gran Misterio de Nuestra Fe!


Una vez más nos vemos inclinados, por mediación del Espíritu Santo, a escribir sobre la Santísima Eucaristía,  misterio de amor,  que el mismo Jesús instituyó durante la Última Cena del Jueves Santo en vísperas de su divino holocausto para la salvación de toda la humanidad.

No nos mueve otro propósito que el de nuevamente hacer retoñar en las almas y corazones de los cristianos católicos, la fe en el Misterio más grande y portentoso de nuestra Santa Iglesia.

Jesús en un acto de infinito amor nos dio, en la Última Cena, su cuerpo y sangre, convertidos por su divino poder en Pan y Vino, que compartió con los apóstoles y asimismo, desde ese momento con toda la humanidad presente y futura, para su salvación.

La Sagrada  Eucaristía es el medio que escogió Jesús para permanecer  con nosotros para siempre. “Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. (Mt 28, 20)

Jesús se queda siempre con nosotros en la Eucaristía como señal de que su amor es eterno, de que no se acabará nunca. Él instituyó la Sagrada Eucaristía por su infinito anhelo de ser uno con nosotros por toda la eternidad.  

Todo lo escrito en líneas arriba no es otra cosa que el testimonio verdadero e irrefutable de que Jesús nos busca, nos quiere junto a Él, nos ama infinitamente y su amor es eterno.

Y ¿qué hacemos nosotros para retribuir tan inmensa e incalculable muestra de amor?... ¿Acaso le damos el 100% o si quiera un 10%? Como correspondería en el primer caso a nuestro Dios y en el segundo al gobierno civil que dirige nuestro estado?

Cada uno, que sea su propio juez y
juzgue por sí mismo como expresamos a Dios
nuestra gratitud por todos los beneficios
que recibimos de Él.

Temblaría yo de temor si pretendiera preguntarme cuánto le doy a Dios por lo que Él hace por mí. Me siento indigno de considerar siquiera la pregunta. Si bien sé que no me alcanzarían todas las oraciones y plegarias del mundo para retribuir a Dios, lo que Él  me da, en un sola hora de mi existencia.

¡Y no digamos que Dios está muy lejos y no nos puede escuchar!.

Dios Hijo, Jesús Sacramentado, está día y noche en la Capilla de Adoración Eucarística esperando que vayamos una hora a la semana a hacerle compañía, a verlo personalmente, porque Jesús está vivo presente en la Hostia Consagrada. Entendamos ya de una vez, Jesús es nuestro Dios y Señor, y no un Santo mortal a quien podemos visitar cuando lo deseamos.

Queridos hermanos, siempre estaremos en deuda con Dios, jamás acabaremos de pagarle todo lo que le debemos, pero al menos tratemos de corresponderle como nuestro Dios lo merece, lo quiere y nos lo pide humildemente.

Sacudamos de nuestras almas el polvo de injustificables excusas y demos de corazón a Dios lo que es de Dios.  Postrados de rodillas imploremos su perdón por no saberlo amar y que sintamos en el corazón la punzante herida de una oración escamoteada o de un compromiso de Adoración no cumplido.

Hermanos, mientras hay vida, hay esperanza; después de la muerte, solo por nuestros méritos, nuestras almas lo sabrán.


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!





1 comentario:

  1. BENDITO SEA EL NOMBRE DE JESUS
    GRACIAS POR COMPARTIR NUESTRA FE.
    Y SU AMOR AL SEÑOR Y AL PUEBLO DE DIOS.
    DIOS LES BENDIGA

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