miércoles, 22 de julio de 2015

¿Cuál es el Motivo que te lleva a Rezar a Dios?


Es una pregunta difícil de contestar porque no todos tenemos el mismo criterio que nos conduce a rezarle a nuestro Dios. 

La forma bien pudiera generalizarse, pero en el fondo existe la diferencia. Cada uno tenemos un motivo particular por el cual elevamos nuestra plegaria, rezo u oración a nuestro supremo Dios Creador.

Nadie es el poseedor de la verdadera razón que nos lleva a la íntima y personal relación con Dios. No podríamos acabar de señalar la diversidad de medios materiales o espirituales que empleamos los millones de cristianos del mundo para alabar o pedirle algo a nuestro Dios.

Desde los orígenes de la existencia del hombre ha existido el deseo en el ser humano de ser agradable a Dios. La Biblia en su primer libro, el Génesis, nos detalla como Adán, después de haber sido expulsado del Paraíso, instruye a sus primeros descendientes, Abel y Caín a ofrecerle sacrificios a Dios, con el fin probable de alcanzar un beneficio de parte de su creador. Es así como Abel ofrece el mejor fruto de su trabajo, un animal de su rebaño, ya que era pastor, y Caín le otorga a Dios, su mejor cosecha, ya que era labrador.
Pero he aquí, que Caín de forma personal piensa que a Dios le agrada más la ofrenda de Abel, que la suya propia. Y nace la envidia y odio hacia el hermano, supuestamente, preferido por Dios, y termina quitándole la vida.

En este episodio bíblico podemos empezar a encontrar un atisbo de respuesta a la pregunta hecha en el título de este artículo.

Creemos que los dos hermanos, Abel y Caín, ofrecían materialmente lo mejor que sus trabajos les producían.

Con seguridad Dios no hace comparaciones en la calidad material del sacrificio sino que sabe de antemano, quien le está entregando con humildad y amor en su corazón, la ofrenda. 

¿No sería esta la diferencia entre Abel y Caín? 


Y pasaron los años y los siglos y el hombre siguió ofreciendo sacrificios a Dios, bajo las Leyes de la Antigua Alianza, pero Dios todo misericordioso decidió que había llegado el momento del cambio y nos envió a su Hijo Nuestro Señor Jesucristo, quien estableció la Nueva y Eterna Alianza entre Dios y el hombre.

Durante los tres años de su vida pública, Jesús nos enseñó como debíamos comportarnos, qué debíamos hacer, qué le era agradable a Dios Padre y también como rezarle.

Ya han pasado más de 2000 años de su Nueva Doctrina y creemos que no hemos asimilado sus enseñanzas.

El mundo con todas sus extravagancias y desórdenes sociales es ejemplo de que la humanidad ha olvidado lo que los Apóstoles y Santos en la verdad de Jesucristo, nos legaron como firme testimonio de cómo ser agradables a Dios.

Todos los seres humanos bautizados tenemos la semilla de la verdad, que es el Espíritu Santo, y que mediante nuestra propia voluntad de hacer germinar esa semilla, tendremos la sabiduría e inteligencia necesarias para saber cómo serle agradable a Dios

¡No centres tu fuerza para amar a Dios en tí mismo...,
céntrala en Dios porque confiando y creyendo en Él, 
llegaremos a Él.!

Y como somos muy débiles y faltos de una verdadera fe que nos aproxime a estar en contacto de divinidad intima con Nuestro Creador, pidamos humildemente a la Santísima Virgen María que sea nuestra intercesora en nuestras plegarias y rezos y los purifique para entregarlos a su Divino Hijo, y éste los haga accesibles al Padre Dios Todopoderoso y misericordioso.



Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario