miércoles, 10 de diciembre de 2014

La Inmaculada Concepción de la Virgen María.


¡¡¡Es una emoción tan grande el empezar cualquier pensamiento que nos lleve a la imagen espiritual, de la Santísima Virgen María, que el alma se desprende del cuerpo y cae hecha destellos de purísimos diamantes, a los pies de la Reina de nuestro corazón!!!

Es preciso declarar que nunca podremos, por más capacitados que creamos estar, escribir  sobre el amor infinito de nuestra madre celestial, dulzura de eterno cariño, inagotable fuente de perfección terrenal, que Dios mismo quiso poner en la más hermosa y virtuosa doncella, la bendita y bienaventurada Madre de su unigénito hijo, nuestro Dios Redentor.

En un principio los Libros Sagrados del Antiguo Testamento, dan testimonio irrefutable del futuro destino de la Madre de Dios. Véase, Génesis 3, 15 - Isaías 7,14 - Miqueas 5,23 - Jeremías 21,22.

Antes de que tú y yo fuéramos creados, antes de todo, Dios con su inmensa sabiduría, inteligencia y amor infinito la concibió en su excelsa mente, para que fuera la Madre de la esperanza viva de nuestra salvación.

Hace dos días, el 8 de Diciembre, nuestra Santa Iglesia Católica conmemoró solemnemente la Inmaculada Concepción de la Madre del Mesías, Jesús, nuestro salvador.

La festividad que con tanto júbilo celebramos es muchas veces confundida con la concepción de Jesús, en el vientre bendito de María, por obra y gracia del Espíritu Santo.

Pero en esta festividad celebramos que la Virgen María es concebida sin pecado original, libre de toda mancha, pura e inmaculada desde su nacimiento hasta su ascensión a los cielos. Por la gracia especial de Dios.

María Santísima, es venerada en todo el mundo y en el mismo cielo por ser la que nos dio de su cuerpo el cuerpo de Jesús, Dios y Señor Nuestro. En la tierra todos los católicos le rendimos culto distinguido, solamente superado por  el culto y adoración que rendimos a Dios.

La Virgen María es venerada bajo diferentes advocaciones que los fieles católicos han optado por llamarle, ya sea por el lugar de sus sagradas apariciones o por las virtudes que ella representa. Por mencionar algunas como, la Virgen de Lourdes, la Virgen de Fátima, la Virgen de Guadalupe, y también la Virgen del Perpetuo Socorro, la Virgen de la Inmaculada Concepción y la Virgen Dolorosa

Existen muchas más advocaciones pero tenemos que tener conciencia y entendimiento que todas, absolutamente todas son una sola y única Santísima Virgen María Madre de Dios.

María, dulce remanso de inefable ternura
donde mi pobre alma pecadora 
busca el refugio de tu santa piedad, 
para que intercedas ante tu divino hijo 
y pueda Él llevar nuestra suplica de perdón.

Virgen María, no me niegues el abrigo 
de tu santísimo manto  y en mi quebranto
sé tú mi amorosa consolación.

Purísima Virgen María te ruego humildemente 
que no me desampares y en mi postrera agonía 
dame tu bendición y entrega a Dios mi alma y corazón.


Queridos hermanos, en nuestra visita a Jesús Sacramentado, recemos un Santo Rosario para decirle en sus cinco misterios que  el amor que tenemos por su Santísima Madre queremos entregarle como ofrenda. Esta bendita oración, que lleva en ella estampada la dulce y tierna caricia de un corazón que late en eterna alabanza por la Madre y el Hijo, Dios Nuestro Señor. 



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!! 


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