jueves, 4 de diciembre de 2014

Adviento… ¡Tiempo de Preparación!




Hemos llegado al tiempo que nos marca el ritual de nuestra Santa Iglesia Católica de la Venida o Llegada de Jesús, nuestro salvador, Hijo unigénito del Padre, que nos entregó su vida para que con su muerte alcanzáramos la vida eterna.

Es el lapso en que debemos meditar profundamente el significado del sacrificio del Hijo de Dios. No lo hagamos como simples espectadores de un hecho de Dios, que lo puede todo y por lo tanto quiso salvarnos y nos ofreció el medio para nuestra salvación. 

Lo aceptamos así, en el sopor de nuestra mente adormitada por la rutina del hecho que repetimos todos los años. Pero no debe ser así, estamos en un error por falta de amor, conocimiento y fe en nuestra misión de bautizados y por ende Hijos de Dios.

¡Vamos a celebrar la venida de Dios hecho hombre, 
que se encarnó por obra del Espíritu Santo 
y se entregó por nuestra redención!

No es un evento de rutina que Dios nos da, es la prueba más grandiosa de todos los tiempos, es el mismo Dios, que todo lo puede, quien se despoja de su majestad y poder divinos y en un acto de misericordia y amor se nos entrega en la vida, pasión y muerte de su Hijo muy amado para que podamos salvarnos tú, yo y toda la humanidad.

Tenemos que comprender con total inteligencia para poder conocer la magnitud de la fuerza que origina la venida de Jesús al mundo. Origen y razón del creador del universo, de entregarnos el regalo de vida eterna con la vida de su propio hijo.

¡Despertemos ya! y encendamos la luz que recibimos del Espíritu Santo el día que fuimos bautizados.

¡Sacudamos de nuestros cuerpos todo vestigio de duda, de infidelidad y de pecado!. 

¡Preparemos nuestro corazón, nuestra alma y nuestra carnal humanidad para recibir al cordero de Dios que llega una vez más al humilde lugar de su nacimiento y como lo hace todos los años, todos los días y a cada instante en que con su holocausto, de divina ofrenda, nos perdona en todas y cada una de las ofensas que le hacemos!

Meditemos sinceramente, dejemos nuestra vanidad y amor propio y sintamos en la profundidad más pura de nuestro ser la dulzura más excelsa, el amor más tierno para este Niño Jesús que viene a nosotros sonriendo amoroso aun sabiendo que le espera la pasión y la cruz por el pago de su amor.

¡Démosle hoy lo que siempre le hemos negado!
  • La entera confianza en su venida, 
  • La fe inquebrantable en todas sus manifestaciones divinas, 
  • La total creencia en su Sagrada Palabra, 
  • La obediencia absoluta de su voluntad, 
  • Nuestro amor a Él, nuestro Dios sobre todas las cosas, 
  • Nuestro dolor por haberle ofendido, 
  • Nuestra intención de nunca jamás volver a ofenderlo.
  • Nuestra oración de eterno agradecimiento.


¡Démosle todo!, todo lo que somos y tengamos y 

¡Digámosle para siempre soy todo tuyo, solo tuyo Señor y Dios mío!


Cuando hayamos cumplido con todas estas promesas estaremos listos para recibirlo con paz en el alma y amor en el corazón en esta próxima navidad y en todas las navidad es que su divina voluntad nos permita pasar en este mundo, para finalmente llegar a ocupar el lugar que nos corresponde y que nos designe el día de su Gloriosa Segunda Venida en la cual podremos contemplar la luz de su divino rostro si hemos persistido en estar debidamente preparados para el último Adviento... ¡El final de los siglos!



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

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