viernes, 26 de diciembre de 2014

El Nacimiento, Niñez y Juventud de Jesús Nuestro Señor.



Es esta una apreciación basada en los hechos conocidos a través de la historia de Salvación o sea la Santa Biblia, y de los hechos desconocidos mediante el criterio personal de una fe depositada en mi por la gracia del Espíritu Santo, sin cuya inspiración no hubiera, ni siquiera atrevido a escribir una palabra sobre este tema.

No pretendo convencer a nadie de la verdad o de la falsedad de lo desconocido, solo me limito a exponer unas ideas o pensamientos que sirvan de reflexión espiritual para todos aquellos creyentes que nos preguntamos continuamente sobre los episodios no revelados de la juventud de Jesús , el Hijo de Dios en  la Purísima y Santísima Virgen María.

Cada uno es libre de establecer su propio criterio sobre lo escrito, yo solo expongo lo que mi alma siente y lo que mi corazón me dicta. No me lleva ni el afán denigrante de una publicidad que no busco,  ni la soberbia corruptora de una  notoriedad que detesto. Solamente ansío en mi más intima humildad, compartir con mis hermanos, estas palabras con las que puedan meditar sobre esta quimera, muy mía, de que fuera realidad.

El nacimiento del niño Jesús, Nuestro Salvador, lo acabamos de celebrar con toda nuestra fe y nuestro amor, dándole gracias a Dios por el regalo tan grandioso que nos dio con su infinita misericordia, al ofrecer en sacrificio a su muy amado unigénito, para la redención de la humanidad. Este hecho relatado desde la antigüedad fue el testimonio que dieron los profetas del Nacimiento del Mesías, testimonio del que nadie se atreve a poner en tela de juicio, porque su propio acontecimiento confirma su veracidad.

Luego de la Presentación y Consagración de Jesús en el templo  por su Santísima Madre y después cuando la Virgen María lo encontró en el templo, tras de tres días de estar perdido, charlando  y discutiendo con los Doctores de la Ley, no hay mas referencias auténticas sobre la niñez y juventud de Jesús.

“Era un niño adorable, lleno de vida y amor,  que jugueteaba por toda la casa, era el Divino Regalo de Dios que iluminaba el hogar de María y José, quienes lo veían crecer en edad y en sabiduría. Al igual que todos los niños del pueblo, a  partir de la edad de siete años asistía a la sinagoga cumpliendo los ritos de la ley judía establecidos por Jahvé, el Dios Todopoderoso.

Era un niño alegre y feliz que compartía su alegría y felicidad con todos sus pequeños amigos. Era distinguido por su amabilidad y buenas costumbres por todos los adultos del pueblo, quienes veían en él una predestinación muy especial, pero sin pensar su verdadero destino, que solo guardaban en sus corazones secretamente, sus padres María y José.

Durante sus años de niñez y juventud su naturaleza humana era la que más afloraba en su ser. Su naturaleza divina en pocas ocasiones, se vislumbraba a los ojos que su madre santísima percibía,  y que siempre guardaba en lo más profundo de su corazón.

Llego la época de la juventud y su cuerpo se desarrollaba en bella hermosura lo mismo que su espiritualidad crecía en dones y gracia que recibía de su Padre Celestial. Era un joven comunicativo, sencillo humilde y respetuoso con sus padres, obediente de sus consejos y recomendaciones. 

En el taller de carpintería aprendió el oficio de su padre adoptivo, José, a quien diligentemente ayudaba en el trabajo. Adquiriendo fácilmente la destreza en el trabajo de la madera por lo que muchos trabajos especiales de los clientes de la carpintería, eran encargados totalmente por José a Jesús. También en las labores del hogar ayudaba solícitamente, ya sea cortando leña para el fuego o acarreando agua para las necesidades de la casa.

En la sinagoga, templo de la Religión Judía, era muy estimado por el Rabino, Sacerdote o Pastor Judío, quien se admiraba de la inteligencia y sabiduría del joven Jesús. Leía continuamente y conocía perfectamente El Torá, Libros Sagrados de la religión judía, la cual profesaba Jesús.

La familia que constituían Jesús, María y José era muy respetada por la comunidad, que veía en ellos un ejemplo de amor familiar, y de acendrada fe religiosa. Los tres, juntos, siempre asistían a todas las celebraciones religiosas del templo e  igualmente eran siempre invitados a las reuniones familiares en casa de amigos dentro y fuera del pueblo.

Este fue pues el ambiente en el que el joven Jesús fue creciendo, bajo el amor y la sabia dirección de sus padres, que no hicieron otra cosa que cuidar del tesoro que Dios les había encomendado guardar y proteger, hasta el momento de su revelación divina."


Queridos hermanos, este es mi humilde regalo que en el día del Nacimiento de Nuestro Divino Redentor les ofrezco para la gloria de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!

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