miércoles, 24 de octubre de 2012

El Poder Espiritual de la Santísima Eucaristía


Jesús mismo instituyó la Sagrada Eucaristía durante la última cena con los apóstoles, tal como lo describe San Lucas en su Evangelio Capítulo 22 ,19-20:

 “Después tomó el pan y, dando gracias, lo partió y se los dio diciendo: ESTO ES MI CUERPO, QUE ES ENTREGADO POR USTEDES. HAGAN ESTO EN MEMORIA MIA. Después de la Cena hizo lo mismo con la copa. Dijo: ESTA COPA ES LA ALIANZA NUEVA SELLADA CON MI SANGRE, QUE VA A SER DERRAMADA POR USTEDES."

EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE, VIVE DE VIDA ETERNA, Y YO LO RESUCITARE EN EL ULTIMO DÍA. (Juan 6, 24)  

¿Podrá existir alguna duda en nuestras mentes sobre la transubstanciación del Cuerpo y Sangre de Jesús Dios Nuestro Señor en el Pan y el Vino consagrados? 

¡Si fue el mismo, Dios Hijo, quien lo hizo y lo dijo!
  • ¿Acaso no tiembla en nuestros corazones la divina resonancia de toda la infinita fuerza del AMOR de Dios cuando recibimos la Hostia Consagrada en la Santa Comunión?
  • ¿No es verdad translúcida e  innegable la luz de la fe que ilumina nuestra alma cuando el sacerdote eleva la hostia en el instante de la Consagración?
  • ¿No es cierto que cuando de rodillas estando en la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua percibimos la presencia de Jesús vivo en la Hostia, temblando de gozo infinito,  nuestra mente en el silencio de la gloria eterna proclama: ¡¡Señor y Díos Mío!! ...?
  • ¿Podemos acaso tapar con un dedo la luz de un millón de soles en los que se convierte la PAZ que derrama la  bondad de Jesús, cuando arrepentidos ante Él, le decimos con el corazón: ¡Perdónanos Señor! ?
  • Acaso cuando dudamos en nuestra soberbia ignorancia de la verdad Eucarística, no sentimos la mano amorosa de Jesús que nos la tiende y nos dice: ¡Cree hijo mío y ten fe!


Podríamos continuar escribiendo bellas sentencias de auténtica afirmación del Misterio y el Milagro más grande que Dios hizo para bien de todos los seres humanos, LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA...  más dejemos que el Espíritu Santo se encargue de darnos la sabiduría para comprender y cumplir la voluntad de Dios Nuestro Señor.

Nosotros, hermanos, debemos proseguir en nuestro camino de redención, siguiendo la Luz que nos dirige a la perfección total para así llegar a nuestro destino final... la eterna morada de Dios en el Cielo.

Dios,  al nacer nos dio el soplo de vida, la existencia terrenal, y luego al ser bautizados recibimos la Gracia del Espíritu Santo y el pecado original fue borrado de nuestro ser, y se nos hizo santos e hijos predilectos de Él.

La semilla fue sembrada por Dios Todopoderoso por el AMOR infinito que nos tiene por la intercesión de su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y el fruto es nuestra entera responsabilidad. 

¡Tenemos la libertad de escoger nuestro destino, nuestra es la decisión entre el bien y el mal, somos los labradores que producimos la cosecha que merece nuestro trabajo y sacrificio!

En nuestro viaje por este mundo, sea corto o muy largo,  contamos  siempre con la ayuda de Dios, con ella venceremos todos los obstáculos que se nos presenten, todas las tentaciones que el demonio nos ofrezca y con la fortaleza de nuestra fe en Nuestro Creador formaremos con Él la Alianza indestructible e invencible de  lo Divino y lo humano que nos dará la victoria final, la obtención de la vida eterna en el Reino Celestial de Dios Nuestro Señor.

Queridos hermanos:


¡No apartemos jamás de nuestros corazones a Jesús Sacramentado,
 porque Él es la fuerza invisible que nos alienta y soporta!

¡Él es el Amoroso escudo que nos protege!

¡Él es pastor que cura nuestras heridas!

¡Él es la Paz que nos consuela!

¡Él es TODO!... Sin Él, ¡nada somos!



¡Alabado y Adorado sea por Siempre Jesús Sacramentado!

¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!

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