miércoles, 18 de enero de 2012

Seamos Misioneros de nuestra Fe y de la AEP!

Hay que atrevernos a propagar nuestra fe y la Adoración Eucarística Perpetua, por todos los medios lícitos a nuestro alcance y por todos los rincones del mundo.



¡Demos a nuestra oración, la fuerza de nuestra acción!


Dejemos la pasividad y rompamos las cadenas del conformismo, salgamos a sembrar la semilla de evangelización que puso Jesús en sus discípulos y convirtamos este mundo en un mundo mejor.


Hoy es mucho más fácil propagar el evangelio y el amor a Cristo de lo que era hace 2000 años, San Pablo no contaba con los medios tecnológicos que tenemos hoy y sin embargo viajó y caminó por todo ese mundo entonces conocido, multiplicando el Cristianismo entre los hombres de aquellos tiempos.


Ahora, en nuestros días debemos propagar la nueva fe, la nueva esperanza de este mundo, la adoración a Jesús Sacramentado, Dios Vivo, transfigurado en la Sagrada Hostia. Que no sea éste, un movimiento de los católicos sino que abarque a toda la humanidad, principalmente a nuestros hermanos cristianos alejados y a todos los hombres de buena voluntad.



No necesitamos iniciar guerras santas ni apoyarnos en la fuerza de las armas, basta nuestra palabra y la fuerza que lleva ella en la verdad que nos proporciona el Espíritu Santo y la dignidad de nuestra conducta que es el ejemplo, mandamiento que nos dio el Señor:


“que nos amáramos como Él nos amó”.


¡Abramos nuestros corazones, a quien sea, sin ninguna distinción, hacer que brille la luz de Dios a través nuestro y que bañe el alma de los que nos ven y escuchen!


¡Seamos como las puertas de nuestras Capillas de Adoración Eucarística Perpetua, que siempre están abiertas para todo aquel que desee entrar con buen propósito y mejor disposición!


¡Y sobre todo seamos como Cristo crucificado en la cruz, con los brazos abiertos siempre dispuesto a consolar y perdonar!


Tenemos que prepararnos para esta nueva misión. Comencemos nuestra obra misionera limpiando nuestros corazones para que brillen esplendorosamente con la luz de Dios.


Iniciemos una cadena de verdadero amor, primero con nuestra familia: ayudemos a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros hijos a nuestros esposos y una vez que les hayamos dado todo lo que podamos y aún más, hasta lo que no podamos, estaremos listos para el siguiente paso: Nuestros amigos, nuestros conocidos, nuestros vecinos, nuestros desconocidos, aún nuestros enemigos.

Entonces, cuando cada ser de este planeta adopte esta actitud de amor verdadero, habremos abierto el camino en el cielo por el cual regresará nuestro redentor, Jesús, Nuestro Señor.


Hermanos, en nuestra próxima visita al Santísimo Sacramento en nuestra capilla de Adoración Eucarística Perpetua pidamos que descienda sobre nosotros el Espíritu Santo y nos llene de la valentía, fortaleza y amor para que hagamos la voluntad de Dios, que es la misma que la de su unigénito, Jesús Nuestro Señor quien transfirió a sus Apóstoles el seguir su camino propagando sus enseñanzas por todo el mundo.


Hagamos que las huellas de nuestros pasos no sean borradas por el tiempo y que perduren como fuego incandescente, señalando el camino que deben de seguir los que vienen detrás de nosotros y así alcanzar la gloria de llegar a la casa de Dios y allí adorarle por toda la eternidad.


ALABADO Y ADORADO SEA POR SIEMPRE JESUS SACRAMENTADO


¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!

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