miércoles, 14 de enero de 2015

Nuestra Lucha Diaria Contra el Maligno y sus Tentaciones.

¡Oh Dios mío, qué difícil es el camino que nos ofreces
para alcanzar el Reino de tu amor!

  • No solo basta amarte, sino que ese amor sea igual al amor que Tú nos das.
  • Un amor sin límites ni egoísmo personal, 
  • un amor que siempre crece y nunca se detiene ni decrece. 


Yo quiero firmemente ser humilde hasta que mi humildad me lleve a la más ínfima humillación y que derrame verdaderas lágrimas de dolor por no poder ser más humilde. Y poder decirte:

Dios mío,  perdón, quise ser humilde como lo eres Tú, pero no pude. Te ruego que por tu infinita misericordia, me perdones y me consideres el menos humilde de todos los que te aman con verdadero amor.

Todo esto no te lo digo con palabras sino te lo expreso con humilde sentimiento de mi corazón, que muchas veces, en afán de vanagloria, pensaba que te podía dar un amor más grande que el de cualquier otro ser humano. Y no era otra cosa que el maligno tentándome con el envanecimiento de la soberbia.

Comprendiendo mis errores, con los cuales muchas veces te ofendí, recurría a mi oración más preferida, al Salmo más querido que mi mente imaginaba y pensaba que solo yo  y nadie más podía orar así... Y no era otra cosa que el maligno despertando a mi soberbia.

Ayudaba al pobre con lo poco que tenía, y pensaba que era solo yo el que daba lo que no me sobraba, y no era otra cosa que el maligno que tentaba mi vanidad.

A los enfermos con prontitud visitaba para consolarlos en su enfermedad, y si no podía, muchas oraciones rezaba para que tuvieran en Dios resignación y pronta recuperación. Y sentía personal regocijo por mi buena acción y no era otra cosa que el maligno dando lustre a mi orgullo.

Y así en una cadena de actos buenos con malas envolturas, fui caminando por tu camino, pero muy atrás de tí Señor.

Hasta que un día, ¡Bendito Dios mío! me llevaste a que te viera en tu Capilla de Adoración Eucarística Perpetua, y te acercaste a mí, adorado Jesús Sacramentado, y dándome tu mano me dijiste: 

"Desde hoy caminarás junto a mí."




Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

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