miércoles, 9 de julio de 2014

¡Dios y Señor Mío, En Ti Creo!


El 3 de Julio celebramos al Apóstol Santo Tomás, el incrédulo, por   “No Creer hasta Ver”.

Jesucristo Resucitado en persona, tuvo que mostrarle las llagas de sus manos y la de su costado, invitándole a que introdujera sus dedos y su mano en las heridas de su Pasión. 

No fue necesario que Santo Tomás lo hiciera, por lo visto y escuchado, cayó de rodillas diciendo: “Señor y Dios mío”.  

A lo que Jesús respondió; “Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.” (Juan 20, 24-29).

De este Hecho Bíblico, se presume que se originó el dicho popular “Ver para Creer”.  Como también la propagación universal de la letanía “Señor y Dios mío”, que muchos católicos expresamos en el momento de la Consagración, durante el Oficio de la Santa Misa. Por último Jesús nos promete la dicha eterna a todos aquellos que creemos sin necesidad de ver.

A continuación trataremos de explicarnos estos tres hechos motivados por la incredulidad de Santo Tomás Apóstol.

  • Ver para creer: 

Creer es Considerar posible o probable una cosa, aunque sin llegar  tener una seguridad absoluta.

Ver es entender o darse cuenta de un hecho, de una realidad, o de una situación.

Por lo tanto la frase,  ver para creer, quiere decir, gramaticalmente, “Entender o darse cuenta de algo o alguna cosa, de la que no teníamos una seguridad absoluta.” 

Esta es la definición materialista basada en la percepción física de nuestros sentidos. Por ejemplo, nos dicen que existe una casa construida solo con envases metálicos de refrescos; nuestra mente analiza lo escuchado y lo considera probable o posible, pero no tenemos la certeza absoluta de que la casa exista a menos que nos traslademos al lugar y veamos la casa, nuestra mente ya no la considera probable, sino que tiene la  concluyente realidad de que existe; la ha visto por lo tanto ha creído.

  • ¡¡¡Señor y Dios mío!!!

Rotunda expresión de firme creencia después de haber visto. 
Corroboración de lo probable  por la realidad.
Agua de purísima nitidez que solo imaginas, 
y la puedes saborear cuando la llegas a beber.

Melodía de trino celestial que arrulla con su nombre tu fértil imaginación y que solo la llegas a gozar cuando la puedes escuchar.

Suavidad de caricia aterciopelada que se esconde en un rapto de tu quimera sensorial y que solo puedes, arrobado palpar, cuando tú sientes el leve murmullo al contacto de los labios de tu madre, que en un beso, te da, todo su amor maternal.

¡Qué dulce, perfumado y romántico es el aroma de la madreselva en flor!, pero solo lo conocía por la letra del tango, hasta que un día caminando, me encontré colgando de una barda una madreselva en flor y aspiré el delicado olor que me imaginaba, y pude comprender la delicia que encerraba en sus letras lo que expresaba esa vieja canción.

  • Dichosos los que creen sin haber visto.

Sentencia expresada por Jesús Resucitado, cuando Tomás creyó después de ver las llagas de Jesús.
Santo Tomás Apóstol tuvo que ver para creer, tal como se los dijo a los otros discípulos, cuando estos le contaron que Jesús Vivo se les había aparecido, no estando Tomás presente.

Palabras llenas de esperanza y de confortación, para aquellos que guiados por la fe creemos en la Resurrección del Hijo de Dios sin haberlo visto.

¿Cuál será la dicha que nos tiene prometida nuestro Dios? Solo Él con su infinita sabiduría y también con su infinito amor nos dará lo que nadie vio ni oyó, y ni siquiera pudo imaginar.

Queridos hermanos, esperemos en Jesús, confiemos en el Espíritu Santo y creamos, con la fe que nace espontánea de nuestros corazones, en el Padre, Dios Todopoderoso…  y así, confiando en la nueva alianza del hombre con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y acompañados de la Santísima Virgen María, demos gloria eterna a la Santísima Trinidad, porque no necesitamos ver para creer, porque a Jesús Sacramentado, sin verlo con los ojos, lo sentimos en nuestros corazones con la luz de la fe que se derrama en nuestras almas y mentes, el  fuego sagrado del Espíritu de Dios. 


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

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