miércoles, 16 de abril de 2014

Humilde Súplica a Jesús en la Cruz



Permite Dios y Señor mío que postrado a tus pies, con el alma hecha pedazos y el corazón traspasado por las heridas de los pecados cometidos, pueda yo expresarte mis pensamientos, sin aspavientos de hipócrita contrición.

Estoy ante el madero en que clavado cumples tu misión de salvación, adivino el dolor de los clavos que atraviesan tus manos y tus pies, presiento el sufrimiento que padeces al penetrar las espinas coronarias en tu divina frente, me imagino la angustia de tu ser al sentirte abandonado, y que en éxtasis de soledad infinita te hace exclamar: “¿Por qué me has abandonado?

Embargado por el torrente de tu amoroso sacrificio, me atrevo con respetuosa humildad decirte, 


Jesús Señor y Dios mío:

Estoy aquí con la plena e irrenunciable decisión de ayudarte a cargar tu dolor, sufrimiento que yo mismo te causé en mi perverso pecar.
Dame Señor la hermosa dulzura de que las espinas que laceran tu frente las transportes a mi frente y pueda yo, con alegría sentir, lo que tú padeces por mí en la cruz.
Dame Jesús el dolor de los clavos que penetran tu cuerpo divino, para humildemente gozar de tener en mi corazón el sufrimiento que lacera tus manos y pies.
Dame Jesús y Dios Mío la vivencia de tu padecer al clavarse en tu costado la lanza del soldado romano, y alcance yo, en  la milagrosa transmisión, el eco de tu postrer sufrimiento.

Señor, indigno soy de que respondas a mi súplica, pero un solo gesto tuyo de aprobación, será para mi, tu bendición. 

De las lágrimas que hoy se vierten en tu pasión y muerte, quisiera tener yo la suerte de que la milésima de una de ellas, la de tu Santísima Madre, la Virgen María, cayera en mi corazón, para ¡poder ofrecértelo, con toda mi adoración!



Dios y Señor Mío, en Tí espero, en Tí confío y en Tí creo.




Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey !!!

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