miércoles, 23 de abril de 2014

¿Está Bien o Está Mal?


Sin el propósito de buscar una respuesta definitoria entre el bien y el mal de una acción, solo exponemos las dos alternativas; para que el lector en su intimidad de reflexión, emita su propia conclusión.

¿Está bien o está mal... Que sigamos los consejos espirituales de nuestro Santo Padre, quien nos invita a estar siempre alegres mientras que algunos de nosotros, no tenemos en el corazón esa alegría que mostramos para el exterior?

¿Está bien o está mal...  Que confesemos todas las semanas nuestros pecados prometiendo jamás volver a cometerlos y sin embargo volvemos a lo mismo, como una rutina donde no existe el arrepentimiento sincero?

¿Está bien o está mal... Que asistamos cada domingo al Santo Sacrificio de la Eucaristía y al pisar el umbral de salida del templo, empecemos a maldecir y renegar por algo que sucede y que no nos agrada?

¿Está bien o está mal... Que demos una limosna al necesitado pero siempre buscando la moneda más pequeña en vez de dar lo que nuestro corazón nos dice que debemos dar con justicia y amor?

¿Está bien o está mal... Asistir a una ceremonia religiosa multitudinaria para rendir Culto a Dios, y dejemos abandonado a Jesús Sacramentado en su humilde Capillita de Adoración Eucarística Perpetua?

¿Está bien o está mal... Invocar a Jesús, a la Santísima Virgen María o al Santo de nuestra devoción, para que nos ayude en algún trance de necesidad y una vez obtenido lo solicitado, no recordamos darle las gracias a nuestros santos bienhechores?

¿Está bien o está mal... Comprometernos a pasar una hora a la semana en oración y adoración a Jesús Sacramentado y en lugar de ir a cumplir con Jesús Vivo en la Sagrada Hostia, nos vamos a la obligación que tenemos con el familiar, con el amigo  y hasta  con el solamente conocido?

¿Está bien o está mal... Que pidamos perdón a quienes hemos ofendido y cuando perdonamos a los que nos ofenden, digamos en nuestro interior, “yo perdono, pero nunca olvido”?

Podríamos continuar y seguir con miles y miles de otras interrogantes sobre lo que está bien y lo que está mal y llegaríamos a la conclusión de que cada persona es la única responsable de sus acciones. Siempre estaremos en la encrucijada, el bien o el mal, lo correcto o lo incorrecto, lo positivo o lo negativo.

Es la eterna lucha entre la tentación o el rechazo, que nos confronta a todos los seres humanos por igual, sin hacer distingos entre seres consagrados y simples mortales.

La tentación es obra del maligno y nos la ofrece a todos, inclusive se la propuso a Jesús, pero el rechazo es la potestad, primero de Jesús, y de todos aquellos  que lo llevan a Èl, Nuestro Dios y Señor, en el alma y  en el corazón.

¿Y cómo podemos llevar a Jesús en nuestro corazón?


“Cristo nos renueva incesantemente en la Sagrada Eucaristía dándonos un corazón nuevo.  A través de su amor Eucarístico 
Jesús nos transforma en sí mismo.”

Y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. (Ga 2, 20)


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

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