jueves, 13 de junio de 2013

¡Católicos!... ¡¡¡Sólo en Jesús está la Salvación!!!


¡No! No es propaganda de un movimiento separatista cristiano, es la firme creencia de la Fe inspirada en la palabra de Jesús, Hijo Unigénito de Dios Padre.

La Biblia está llena de testimonios dados por los profetas y por el propio Jesús, en los que se nos demuestra fehacientemente que la salvación de nuestra alma se obtiene siguiendo el camino que nos señala Dios en la vida y ejemplo de su muy amado hijo,  Jesucristo, Nuestro Señor.

¡No obtendremos el cielo y su gloria infinita solamente rezando y rogando a los santos de nuestra devoción! … Es verdad que ellos pueden interceder en nuestro favor, pero quien únicamente nos dará la vida eterna según nuestros méritos, es Dios.

Jesús es el fundador de nuestra Iglesia, que es el conjunto de las creencias, ministros y fieles de la religión católica. Por consiguiente, es Jesús,  en unión con el Padre y el Espíritu Santo, el Hacedor de todos los caminos que nos llevan al Reino de los Cielos. Esto se confirma en el Libro de la Biblia: 

Flp 2, 10-11 que dice: “Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es Señor para la gloria de Dios Padre.”

En nuestro afán de encontrar un ejemplo totalmente humano a seguir,  nos entregamos espiritualmente a la veneración de un santo o santa, haciendo de ellos, equivocadamente, el directo ejecutor de nuestras súplicas; porque el único que siempre nos entrega el don de su infinita misericordia es Jesús, Dios Nuestro Señor.

Ningún santo, ni la Santísima Virgen María tienen la facultad divina por sí mismos,  de redimir niños del pecado, solo Dios Jesús, Dios Padre y Dios Espíritu Santo, lo pueden hacer, porque son uno mismo en tres personas distintas.

No pretendemos quitarle su lugar en la Liturgia Católica a la Santísima Madre de Dios, quien por obra del Espíritu Santo concibió a Jesús; ni a los santos que alcanzaron su santidad por la voluntad del Altísimo. Es por esto que tienen su lugar en los altares, un lugar especial,  pero no el lugar preponderante que solo le corresponde a Dios en el Altar Mayor.

Hacemos esta distinción para que los fieles católicos no caigan en una involuntaria idolatría hacia los santos, que merecen nuestra veneración, más no la  adoración,  que solo pertenece a Dios.

No es un tema fácil de tratar, el de señalar como debe ser nuestra devoción hacia los santos. No somos teólogos ni mucho menos, solamente y con humildad, deseamos establecer lo que corresponde a Dios y lo que corresponde a los santos. Nuestro consejo en caso de una duda o confusión, es que la consulten con su Director Espiritual, Sacerdote Confesor  o Párroco de su comunidad.

Y a ustedes queridos hermanos Adoradores Perpetuos, les pedimos que sigan asistiendo a sus Capillas de Adoración Perpetua en las horas que tienen asignadas para adorar a Jesús Sacramentado,  que no es un santo,  sino Dios Vivo Omnipotente y Omnipresente en la Santísima Eucaristía.

 Por último deseamos insistir en que no olviden su labor de evangelización y trabajen con ahínco y mucha fe en conseguir la mayor participación de personas en la dulcísima y bendita Adoración Eucarística Perpetua.


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!! 

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