miércoles, 1 de agosto de 2012

Nuestra Fe ante la Corrupción Mundial


¡Dondequiera que sea el lugar del mundo al cual nos dirijamos encontraremos la degradación de los valores humanos!... Nadie respeta los derechos ajenos, se pisotean las leyes civiles y se violan las garantías constitucionales de los ciudadanos. El ser humano se va transformando lenta pero definitivamente en un ente insensible, donde se impone la doctrina egoísta del yo antes de todos y de todo, repudiando los principios cristianos y los mandamientos de Dios.

Las señales indicadas en el Libro del Apocalipsis se van haciendo presentes con bastante frecuencia. Los cambios en nuestro planeta  producidos por el propio hombre nos conducirán a un desastroso y holocaustico final. Solamente Dios con su infinita misericordia podrá salvar al género humano del merecido castigo que él mismo se está labrando al ignorar y quebrantar las leyes Sagradas concebidas por su Omnipotente Creador.

¿Qué podemos hacer  ante tal desmoronamiento espiritual,
moral y religioso?

Nos apabullan los actos inhumanos de nuestros congéneres, 
  • Las matanzas indiscriminadas de víctimas civiles causadas por la ambición de poder de líderes despóticos quienes no vacilan en enfrentar a hermanos en abominables guerras fratricidas;
  • Los millones de abortos que cometen mujeres que reniegan a  su privilegio de concebir la vida para convertirse en asesinas de su propia vida;
  • Los niños y jóvenes que son impunemente violados por sus propios amigos, consejeros y hasta por sus propios padres; 
  • Los traficantes de drogas que con tal de enriquecerse roban, secuestran y matan a sus semejantes y podríamos seguir escribiendo sobre cosas horrendas que contemplamos en nuestros vecindarios y hasta en nuestro entorno familiar sin que movamos un dedo para detener la ola de maldades que nos van envileciendo poco a poco.


En no pocas ocasiones, cada vez más frecuentes,  las apariciones de la Santísima Virgen María, Madre de Dios nos llaman a orar con fe para suplicar que su Divino Hijo interceda ante el Padre para salvarnos una vez más.

¿Hemos acaso prestado oídos a las súplicas de nuestra Madre Celestial?... Cada uno conteste la pregunta según su propia decisión. Dios no nos obliga, Dios amorosamente nos llama y nosotros, solo nosotros, tomamos la alternativa de acudir o no a su llamado. 

En nosotros y en nuestra fe esta nuestra salvación.

La lucha entre el bien y el mal siempre ha existido, pero en estos tiempos el demonio cuenta con muchos aliados, seres corruptos por su soberbia,  avaricia y lujuria quienes cual falsos profetas contagian con la lepra de su odio hacia Dios a aquellos que carecen de fe.

Hermanos, ¡Es hora de defender nuestras creencias, a nuestra Iglesia, a nuestro mundo... a nuestro Dios! 

¡Hagamos acopio de toda nuestra fe y cual soldados de ejércitos celestiales luchemos hasta derramar si es necesario nuestra última gota de sangre en defensa y honor de quien se inmoló y dio su vida por nuestra redención!

¡Combatamos al mal hasta su total destrucción!... iSi Dios está con nosotros... Quién podrá estar contra nosotros!



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
 

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario