miércoles, 11 de julio de 2012

El Fin del Mundo llegará Definitivamente...


Efectivamente, para algunos hombres de ciencia, para los miembros de culturas antiguas, como los mayas, y para otros partidarios de ideas emanadas del oscurantismo, el fin del mundo, es un acontecimiento innegable.




Y tú, creyente católico, ¿cuál es tu opinión?




La nuestra, inspirada en las palabras de nuestro Salvador Cristo Jesús, es que el fin del mundo así como el fin de todo el universo, es decisión única de la voluntad de Dios Padre, su Todopoderoso Creador.

En lo que respecta a nuestro mundo, el actual planeta tierra, este mundo cruel, despiadado y corrupto por la acción del hombre, llegará a su fin ignominioso solo para transformarse en un mundo de paz y de amor,  y esto sucederá cuando Jesús, Dios y Señor Nuestro, vuelva a la tierra descendiendo del cielo sobre una nube, con todo su esplendor y majestad Divina, ¡estableciendo el Reino de Dios!

Tenemos los seres humanos la libertad de pensar y expresarnos de acuerdo a nuestras creencias y ser responsables de las mismas. Cada uno debe proceder de acuerdo a su propia conciencia y a lo que su corazón le dicte. 

¡Tu salvación y vida eterna dependen de tu decisión!.

Repetiremos una y otra vez que el camino que nos conducirá a la salvación y a la vida eterna es el camino que nos señala Jesús, quien lo sigue se salva,  quien no lo sigue se pierde.

Muchos creen que el fin vendrá con la muerte física del ser humano, ya sea porque no existe nada después de ella o porque será la división de la materia del espíritu.  La materia se corrompe y destruye y el espíritu renace a la nueva vida prometida por Jesús Nuestro Señor.

Es por esto último que debemos estar preparados para cuando llegue el momento de la transición. De verdad preparados, es decir, haber recorrido el camino de nuestra vida de la mano de Cristo y de haber cumplido sus mandamientos con la entereza de una fe estricta y permanente. Sin recortes ni mezquindades, por entero entregados en cuerpo y alma a servir a Dios y a nuestros semejantes. 

De nada nos valdrá un arrepentimiento falso,  una contrición fingida, porque podemos engañar a muchos y hasta a nosotros mismos pero no podremos hacerlo con Dios, Nuestro Señor y Juez que todo lo ve y lo conoce.

Nuestra naturaleza humana nos lleva a los placeres terrenales y muchos caemos en el pecado por no tener ni la fe ni la fuerza espiritual para combatir al mal que nos acecha por doquier.

Nos olvidamos de que tenemos aliados incondicionales en nuestra lucha contra el demonio y sus tentaciones, ellos son la fortaleza del Espíritu Santo y la combatividad del Arcángel San Miguel. ¡Invoquémoslos en momentos de duda y tribulación y ellos nos ayudarán!.

¡Amor a Dios y Fé en Él!...  es lo que nos hace falta, porque amando a Dios sobre todas las cosas y con la fortaleza de una fe firme e inquebrantable habremos de vencer nuestras debilidades humanas para que  después del final, transformados en espíritus de santidad, semejantes a Jesús nuestro Señor estemos junto con Él, adorando a Dios Padre por toda la eternidad.

Este es el fin del mundo para nosotros los católicos: la consumación del hecho de nuestra creación: ser santos y unidos nuestros corazones a los de Jesús y María ser todos en uno con Dios Nuestro Señor.

Hermanos reafirmen su amor a Jesús Sacramentado haciendo de nuestras Capillas de Adoración Eucarística el templo donde forjemos la realización de un nuevo mundo de adoración, el cual nunca tendrá fin, porque Dios hará su morada eterna en él.






Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo rey!!!

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