miércoles, 4 de abril de 2012

Jesús inicia su Sacrificio por la Humanidad

Después de ser traicionado por Judas Iscariote con un beso en la mejilla además de 30 monedas de plata, y ser hecho prisionero por los soldados romanos, Jesús inicia su sacrificio por la humanidad.


Es a partir de este momento en que comienza el sufrimiento moral del Dios hecho hombre. La maldad de los fariseos y sacerdotes del Sanedrín se vuelca despiadada sobre Jesús, atropellando sus propias leyes para poder condenar a muerte al Cordero de Dios.


Prisionero, Jesús es llevado por los soldados ante Anás quien por razones políticas de los romanos, era también sumo sacerdote igualmente que Caifás.



Ante la presencia de Anás Jesús se mantuvo silencioso ante varias preguntas del sumo sacerdote, quien fingiendo un juicio preliminar lo envía a Caifás para su juzgamiento oficial. Esto lo hace para cumplir a medias con la ley hebrea que dice que para juzgar a un reo de muerte se le tiene que juzgar dos veces, la segunda después de un día de por medio. Pero esto no era posible por que el día siguiente era sábado, sagrado para los hebreos. Por lo tanto los dos juicios los practican el mismo día viernes, violando a sabiendas su propia Ley.

En su presentación ante Anás, Jesús es interrogado por éste que le pregunta por lo que era acusado, por Sedición, ante lo cual Jesús le responde: “Yo he hablado al mundo públicamente; enseñé en las sinagogas y en el templo, adonde concurren todos los judíos, y nada he hablado a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído, qué les he enseñado; ellos saben lo que yo he dicho.” Ante el fracaso de su interrogatorio, Anás entregó a Jesús a los guardias para que lo llevaran ante Caifás.


Ante la respuesta dada por Jesús a Anás, sobre la acusación de sedición, Caifás la cambió por la de Blasfemia. Cometiendo otro quebrantamiento de las Leyes Mosaicas, que señalan que un reo no puede ser juzgado por dos acusaciones diferentes en el mismo juicio, debiendo ser puesto en libertad al no comprobársele la primera acusación.


Siguiendo con sus artimañas en contubernio con sus testigos y no pudiendo comprobar la culpabilidad de Jesús, el sumo sacerdote le preguntó: “¿Eres tu el Cristo, el Hijo del Bendito?” Jesús respondió: ”Tú lo has dicho, y yo os digo: desde este momento veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder y viniendo sobre las nubes del cielo.” El sumo sacerdote horrorizado y rasgando sus vestiduras exclamó: ”Ha blasfemado". "Merece la muerte", dictó el Sanedrín.


Nuevamente se había violado la ley que establece que una persona debía ser juzgada no por su propio testimonio sino por el de los testigos.


Luego, aduciendo que los judíos no tenían autoridad para condenar con la muerte a un procesado, lo enviaron ante el Procurador de Roma, Poncio Pilatos.


Pilatos nuevamente le interroga y no encuentra culpa en Jesús y finalmente lo envía ante Herodes quien lo desprecia y mofándose, ordena le coloquen una capa roja como símbolo de realeza y lo devuelve al Procurador Pilatos.


Después de muchas dudas y presionado por la chusma les ofrece soltar a un empedernido criminal llamado Barrabás o a Jesús. El pueblo azuzado por los fariseos y sacerdotes mezclados con la multitud, grita: "¡Soltad a Barrabás, soltad a Barrabás!"

Poncio Pilatos pide un lavatorio con agua y lavándose las manos dice: ”Ustedes lo han pedido, crucificadle, la culpa es toda suya.” Y el populacho responde: “¡Sí, que la culpa caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos.”


La Parodia de Juicios ha concluido... el sacrificio va a empezar.

Luego de la cobarde intervención de Poncio Pilatos, el pueblo judío dio rienda suelta a sus bajos instintos y a su odio contra Jesús, lo humillaron insultándolo y escupiéndole en la cara. Lo torturaron y por último lo clavaron en una cruz entre dos ladrones como si Él fuera uno de ellos... Y a pesar de todo, Jesús los perdonó.


Entregando a Dios su espíritu, expiró, y al tercer día como ya lo había dicho resucitó entre los muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre. Y un día volverá sobre nubes para juzgar a vivos y muertos.


Hemos tratado de sintetizar el más grande holocausto que solo un Dios, Nuestro Dios, podría haber hecho para redimir a toda la humanidad por intermedio del Sacrificio de su Unigénito.


Mañana que conmemoramos un Viernes Santo más de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, acudamos a la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua y digamos a Jesús Sacramentado:


“Gracias Señor, por todo el bien que nos das sin merecerlo. Te amamos sin límite de medida o de tiempo, en Tí esperamos, en Tí confiamos... en Tí creemos.”


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado.
¡¡¡Viva Cristo rey!!!

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