jueves, 10 de marzo de 2011

¡Cuaresma!

La Iglesia Católica señala el Miércoles de Ceniza como el inicio del Tiempo de CUARESMA, que es un lapso de 40 días en el que los católicos nos preparamos para la gran fiesta de la Pascua y Resurrección de Cristo Jesús.

La Iglesia recomienda que debemos reconocer que somos pecadores y por lo tanto debemos arrepentirnos de nuestros pecados para que nos los sean perdonados y llegar a la fiesta máxima de la Liturgia Católica revestidos de la pureza espiritual necesaria para poder glorificar dignamente a Dios, nuestro Creador.


Durante la Cuaresma, también se nos solicita que practiquemos el ayuno y abstinencia así como otros actos de penitencia que purifiquen nuestra vida alejándonos del camino material y acercándonos al sendero que nos lleve al encuentro con Dios. Como siempre, nuestra Iglesia nos señala el camino a seguir y su destino final, la salvación de nuestra alma. Pero no nos obliga... la forma y la sinceridad de cómo lo hagamos, depende de nosotros mismos.


Nuestra preparación durante la Cuaresma es responsabilidad y compromiso de cada uno. Nadie se purificará por participar en actos de contrición y arrepentimiento masivos si no lo hace individualmente con absoluta verdad y fe de que su actitud emana de un corazón que palpita y vive solo para alabar, glorificar y adorar a Dios nuestro Señor.
La sinceridad y conocimiento de nuestras acciones las sabemos nosotros y las sabe Dios de antemano. Podremos fingir ante los hombres y sacerdotes pero nuestra conciencia y Dios siempre sabrán la verdad.


Pongamos toda nuestra fuerza espiritual para desterrar en esta Cuaresma toda huella de pecado que pueda existir en nuestras almas.

¡Aspiremos a la santidad con el apoyo del Espíritu Santo y la ayuda de Jesús Sacramentado. Preparémonos debidamente amando a nuestro prójimo, siendo humildes y arrojando de nuestras vidas a la soberbia!

Hagamos de esta cuaresma la renovación total de nuestro cuerpo y alma, adorando e imitando a nuestro Señor Jesucristo.

Repasemos diariamente en nuestra memoria el Sacrificio de Jesús en la cruz y acompañémoslo en el camino de su calvario amándolo como nunca lo hemos hecho

Ayudémosle a aliviar el peso de su cruz, que son nuestros pecados, para que jamás volvamos a crucificarle por culpa de ellos.



Y que esta nueva vida que alcanzaremos en esta Cuaresma nos permita seguir con ella hasta el fin de nuestros días, para la alegría y gloria de nuestro Dios y Señor.
Hermanos, valoremos durante esta Cuaresma nuestro amor a Jesús Sacramentado. Preguntemos a nuestros corazones si le amamos de verdad, ¡sin límites!... Si Él está sobre todo y antes de todo... si somos capaces de dar nuestra vida por Él, como el dio la suya por nosotros.

Las respuestas, tú las sabes……… y Dios también.


Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado.

¡!!!Viva Cristo rey!!!!!

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