miércoles, 14 de diciembre de 2016

San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia



La Iglesia Católica celebra hoy 14 de Diciembre la festividad de San Juan de la Cruz, Sacerdote Carmelita Descalzo que vivió en España por los años de 1500. 

San Juan es poco conocido dentro de la feligresía popular y su devoción no es tan grande como la de otros santos. Su hermosa vida espiritual de oración y contemplación mística y la notable y extraordinaria capacidad de su expresión literaria con que Dios lo distinguió, fueron los méritos por los que la Santa Iglesia Católica le otorgó la canonización.

En reconocimiento a su vida ejemplar de servidor de Dios y del poco conocimiento que tenemos de este insigne Santo y Doctor de la Iglesia, es que humildemente,  hemos estimado necesario darles a conocer brevemente algunos aspectos de su paso por este mundo terrenal.

Nació, San Juan de la Cruz, el 24 de junio del año 1542, con el nombre de Juan de Yepez Álvarez, en el pueblo de Fontiveros en la provincia de Ávila, España. Fue el menor de tres hermanos hijos de Gonzalo de Yepez , toledano tejedor de sedas y de Catalina Álvarez. El padre de Juan falleció, cuando Juan solo tenía 4 años de edad, lo que dejó a la familia en una situación de extrema pobreza, por lo que se ven obligados a trasladarse a Arévalo donde viven por cuatros años para luego mudarse, en el año 1551, a Medina del Campo.

Entre el año 1559 y 1563 estudia con los Jesuitas, allí, además de recibir instrucción retórica, aprende a escribir en latín, a construir versos en este idioma y a traducir a Cicerón, Julio Cesar, Virgilio, Ovidio, Marcial y Horacio.

A los veintiún años, en 1563, ingresa en el Convento de los Padres Carmelitas y adopta el nombre de  Fray Juan de San Matías.  Tras realizar el noviciado entre 1563 y 1564 se traslada a Salamanca donde estudia los tres cursos preceptivos para bachillerarse en Artes.

En el año 1567 regresa a Medina del Campo por unos días para ser Ordenado Presbítero y celebrar su primera Misa y allí conoce a Teresa de Cepeda y Ahumada, futura Santa Teresa de Jesús, que había llegado a la ciudad para fundar una nueva sede de su “Reforma Carmelita” llamados los Carmelitas Descalzos.

Teresa convence a Juan y lo une a su causa de reforma de su orden.

El 28 de noviembre de 1568, funda en Duruelo (Ávila) el primer convento de la rama masculina del Carmelo Descalzo. Durante la ceremonia cambia su nombre por el de Fray Juan de la Cruz.

Juan se convierte en uno de los principales formadores para los nuevos adeptos de la Reforma Carmelita. En 1572, invitado por Teresa de Jesús, viaja al convento de la Encarnación de Ávila, donde asumirá la tareas de Vicario y Confesor de las monjas. Donde permanecerá hasta el año 1577.

Finalmente en el año 1588 el Carmelo Descalzo es reconocida como Orden.

La obra literaria de San Juan de la Cruz es imponente y sus escritos tanto en prosa como su poesía enmarcan los destellos de una mente e inspiración privilegiadas.

La obra de San Juan ha sido siempre enfocada entre dos perspectivas, la teológica y la literaria, que, en muchas ocasiones, se han presentado mezcladas. Su obra más importante, el llamado “Cantico Espiritual”, creada para una finalidad didáctica como resultado de las dificultades de adaptar la estructura del poema al esquema del itinerario místico.

Su obra poética está compuesta por tres poemas considerados mayores: 
  • Noche Oscura, 
  • Llama de Amor y 
  • Subida al Monte Carmelo.


Tras un nuevo enfrentamiento doctrinal es destituido en el año 1591 de todos sus cargos quedando como simple miembro de la Comunidad Carmelita.

Durante un viaje a Segovia cae enfermo y es trasladado a Úbeda  donde muere la noche del 13 y el amanecer del 14 de diciembre de 1591.

Fue beatificado en 1675 por Clemente X y canonizado en 1726 por Benedicto XIII. Posteriormente en 1926 es proclamado por Pio XI, Doctor de la Iglesia Universal.

Sus restos reposan actualmente en la Catedral de Segovia.

Es ésta, pues la historia, de una lumbrera que perenne ilumina el firmamento de nuestra Santa Iglesia Católica y que dentro de sus más destacados actos de devoción figura principalmente su inmensa y amorosa adoración a la Santísima Eucaristía.




Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!


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