miércoles, 9 de septiembre de 2015

Fiesta de la Natividad de la Virgen María


8 de Septiembre de todos los años...

¡¡¡De la Virgen María es su cumpleaños!!!


No hubo cohetones ni bombardas festejantes, tal vez en una iglesia de un pequeño pueblo un Párroco alegremente en su avanzada ancianidad. Repicaba las campanas llamando a sus escasos feligreses para celebrar la Santa Eucaristía en conmemoración de la Fiesta de María, la dulce Virgen María, la Madre de Dios.

En muchas de las grandes ciudades, con las grandes catedrales y sus grandes Obispos, no se acordaron que era el cumpleaños de la Reina del Cielo y sin embargo la Santísima Virgen María, desde el cielo sonreía diciendo: 

“Pobrecillos mis hijitos en la tierra, con tantas desgracias y tantos pesares no encontraron en sus mentes un recuerdo, una plegaria por el cumpleaños de su humilde Madre Celestial. Yo le pido a mi Hijo, Jesús adorado, que los perdone por haberse olvidado de su Madre, porque son pequeñitos, muy pequeñitos y aun no saben bien amar.”

En efecto, ayer 8 de Septiembre se celebró un año más del natalicio de la Santísima Virgen María. Acontecimiento que fue instituido por la Iglesia Oriental en el siglo VI, para luego ser también instituido en el siglo VIIi por la Iglesia Occidental.

En este veneradísimo día, según las tradiciones, nace en Jerusalén, la Virgen que nos prometieron los profetas en las Sagradas Escrituras, como la joven doncella, escogida por Dios para ser la Madre Purísima de su Único Hijo, Jesucristo, Nuestro Señor y Redentor.

Ella es la que concibió por obra y gracia del Espíritu Santo y en su cuerpo el Verbo se hizo Carne

María fue el Sagrario Viviente donde Jesús recibió la sangre y aliento de vida de la Inmaculada y Santísima Mujer que nos devolvió el paraíso terrenal que Eva nos hizo perder.

Donde está Jesús... está María, los corazones de ambos, por ser del mismo origen divino, laten al unísono al ritmo del amor. Este amor eterno e infinito está centrado en la humanidad y se derrama sobre todos los hombres que aman a Dios.

Por este principio de divina dualidad la Santísima Virgen María es la perfecta intercesora del hombre con Dios. Ella lo demuestra continuamente en sus manifestaciones de presencia, en las diferentes apariciones, en las cuales su ternura y amor nos las quiere revelar y transmitir.

¡Festejemos, pues, hermanos el día del divino Nacimiento de la Virgen María en cada uno de nuestros corazones y que en cada latido se escuche el rumor amoroso de un himno de alabanza para nuestra esplendorosa, hermosa, bellísima y purísima Madre Celestial

Y en plegaria que traspase la ingratitud y el olvido, digámosle con el alma sumergida en el arrobamiento que nos causa el amor que le profesamos:



“Tú eres mi dulce María, 
la luz de mis ojos, el aire que respiro, 
la aurora que ilumina mis tinieblas, 
el suave y dulce remanso donde mi pensamiento,
bebe a gotas el deleite de elevar mi humildad,
el ensueño de besar las huellas
 que dejan tus pisadas.

Oh, Reina mía, en este día 
y todos los días de mi vida,
permite que con mis palabras
pueda un ramito de violetas formar
un humilde recuerdo que te diga,
jamás Madre mía te he de olvidar."




Alabado  y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!



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