miércoles, 11 de diciembre de 2013

Virgen de Guadalupe, Madre de Dios y Nuestra También!!!.

La fe es la manera de tener  lo que esperamos, el medio para conocer lo que no vemos.  (Hebreos 11, 1)
Hoy celebramos la aparición de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac,  a San Juan Diego. Portentoso milagro por el cual Nuestra Madre Celestial quiso que se le edificara un templo en el mismo lugar de su aparición.

Era el año de 1531 cuando se sucedieron las apariciones de la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de Guadalupe. Y encargado por la misma Virgen, Juan Diego fue varias veces a comunicar al  Obispo capitalino, Juan de Zumárraga, el pedido de la Virgen, mas éste no creyó a Juan Diego.

Durante la cuarta y última aparición de la Virgen, el 12 de Diciembre de 1531, le pidió a Juan Diego que subiera a lo alto del cerro del Tepeyac y allí encontraría rosas, las que debía recoger y traerlas a su divina presencia.



Subió Juan Diego al cerro y encontró,  en un lugar pedregoso y de por sí completamente árido, un hermoso ramo de rosas de castilla, las cuales no eran originarias de México y mucho menos en la época invernal de ese momento.

Colocó las rosas en su “tilma” (manto de algodón o fibra de maguey, que llevaban los hombres del campo a modo de capa, anudada sobre un hombro) y se las presentó a la Virgen, quién le ordenó las llevará al Señor Obispo.

Ante la presencia de Fray Juan de Zumárraga, Juan Diego, abrió su “tilma” y de esta cayeron ¡¡las más hermosas rosas que ojos humanos habían visto!!. Al mismo tiempo apareció grabada en la tilma de Juan Diego la imagen de la Virgen de Guadalupe tal como la conocemos hoy. El Obispo y sus acompañantes  se postraron de rodillas alabando a Dios y a su Santa Madre, la Virgen María.

Fueron pues muy pocos los que personalmente presenciaron este milagroso hecho. Más hoy los millones de seres que veneramos a nuestra Santísima Virgen de Guadalupe, nunca la hemos visto en su divina persona, mas creemos firmemente sin un ápice de duda  que se le apareció y habló con Juan Diego.

¿Por qué creemos sin ver? ....   

¡Creemos por la fe! 


¿Acaso cuando entramos a una capilla a rezar una oración a Nuestra Señora de Guadalupe, no se nos llena el corazón con un amor infinito que hace temblar las delicadas fibras de nuestra alma?

¿Acaso no sentimos su dulce mirada penetrar en lo más íntimo de nuestro ser e iluminarnos con la luz de su bondad?

¿Acaso no nos sentimos más bendecidos al reconocerla como nuestra Madre Celestial?

Y todo lo que sentimos y creemos  es obra del Espíritu Santo que puso en nuestras almas la semilla de la fe, el día que fuimos bautizados, fe que nos permite creer en Dios Todopoderoso,  en Jesús Nuestro Señor y en la Santa Iglesia Católica fundada por Él.

Hace pocos días celebramos la finalización del Año de la Fe, como dedicación especial a esta Virtud Teologal, comprometámonos a seguir fortaleciendo nuestra fe todos los días y años venideros hasta que lleguemos al final del camino y entreguemos nuestra  alma a su dueño y señor.

Para terminar queridos hermanos, hoy en su día, llevemos a la Virgen María de Guadalupe un pensamiento de un puro corazón, una alegre sonrisa de amor y paz y cinco rosas incrustadas en cada Misterio del Rosario que le ofreceremos frente a Jesús Sacramentado, pues Madre Nuestra, ¡Es María también!




Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey!!!






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