miércoles, 6 de febrero de 2013

Jesús Sacramentado, ¡Qué solo te he Dejado!


En el ocioso transcurrir de las horas muertas, sin la claridad de un pensamiento de fe, agoniza el amor que juramos a Jesús Sacramentado. 

Ya no asoma a nuestros corazones la fragancia de la Sagrada Eucaristía.

Ya no corre en nuestra sangre, la sangre de nuestro Dulce Redentor, le hemos totalmente abandonado, dejando que beba en sus lágrimas nuestra ingratitud. 

Ya no somos los apasionados Adoradores de la Fórmula Divina, solo somos el  humeante rescoldo de una fe desvanecida.

¿Por qué de la Adoración te has alejado? ... ¿Es acaso que el favor solicitado o el milagro tan implorado no se ha cumplido?

Dime hermano alejado,  el por qué de tu injusto proceder, desnuda la  desvergüenza de tu ingrato corazón. ¿Te has olvidado tal vez  que Jesús murió en la cruz por salvarte del pecado y dio amoroso su cuerpo y sangre para que algún día pudieras vivir en la Casa de Dios?... ¿Ya no recuerdas los pequeños favores que sin pedirlos te concedió Jesús?

¡Qué fácil te olvidas de tus promesas!, ¡Qué rápido desandas el camino recorrido!, ¡Qué presuroso abandonas a tu Dios!, ¡Qué gran imitador eres de Judas, que sin remordimiento entregas, traidor, a tu Señor!.

Disculpa Adorador de poca fe, no quiero ofenderte, solo ansío no perderte, porque tú vales mucho para Jesús.  Él siempre te amará, hagas lo que hagas, digas lo que digas, procedas como procedas.

Reflexiona y comprende que Dios te trajo a este mundo para que le conocieras y pudieras ganarte por tus propios méritos el cielo que te tiene reservado. Tu propósito y único fin en la tierra es la Santidad. En ti está obtener lo que se te ofrece con puro amor. Sacude tu alma de todo pecado,  limpia de tus pies el polvo del mal y reinicia el camino que te muestre el Señor.

Hermano, hazlo ya, vuelve a tu hora con Jesús Sacramentado y jamás lo vuelvas a dejar. Vuelve a la infinita paz que sentirás cuando Jesús, en el silencio de su casa,  te bendiga por haber escuchado su llamado.

La Santísima Eucaristía es el Milagro de Milagros, la más grande obra que Dios regaló al mundo por intermedio de Jesús, su muy amado hijo. Es el misterio de la Transubstanciación, es el hecho de transformar completamente una substancia en otra. No es ni símbolo ni imagen, es la misma exactamente Idéntica Substancia que se transforma con los mismos atributos con la misma esencia. Y Jesús Nuestro Señor nos lo confirma en la última cena cuando tomando el pan dice: 

“Tomad y comed que Esto es mi Cuerpo” 

y luego tomando el vino, dice; 

“Tomad y bebed que Esto es mi Sangre.”



Qué mas evidencia necesitamos para creer sin duda alguna que la Hostia Consagrada es el Cuerpo y Sangre de Dios Nuestro Señor. Que la Divina Fórmula expuesta en la Custodia de nuestra Capilla de Adoración Eucarística es el mismo Jesús Vivo en Cuerpo y Alma, porque nos fue revelado por el mismo Jesús nuestro Salvador.

Hermano de poca fe, vuelve a leer el párrafo anterior y medítalo con la luz de inteligencia que te conceda el Espíritu Santo, Haz de ti un pensamiento nuevo, una fe renovada, deja atrás la apatía, la pereza, la complacencia en las cosas terrenales, Levántate de tu caída espiritual, renuncia a la tentación material y arrepentido, verdaderamente arrepentido con un arrepentimiento que te hiera el alma hasta el borde de la muerte, grita,  desde lo mas puro y sincero de tu corazón: 


“Jesús Sacramentado nunca más te volveré a abandonar.”



Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado 

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!


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