miércoles, 19 de diciembre de 2012

La navidad, Jesús en nuestros Corazones


En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: 

¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?

Entonces Jesús llama a un niñito, lo coloca en medio de los discípulos y dice: 
“Les aseguro que si no cambian y vuelven a ser como niños, no podrán entrar al Reino de los Cielos. El que se hace pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los Cielos, y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibeSi alguien hace tropezar y caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor les sería que le amarraran al cuello una gran piedra de moler y que lo hundieran en lo más hondo del mar.” (Mateo 18, 1-6)


Entonces Jesús los llamó para decirles: 
“Dejen que los niños vengan a mí, no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. En verdad les digo que quien no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.”(Lucas 18, 16-17)


Palabras de nuestro señor Jesucristo que expresan su infinito amor y su divina creencia en la niñez. ¿Hay acaso alguien que pueda odiar, corromper y hasta matar a un niño?... Dios mismo nos ha dado su sentencia.


Estamos próximos a celebrar la gran festividad del Nacimiento de Nuestro Salvador que se hizo hombre por obra del Espíritu Santo y nació de María, la Virgen. Esta fiesta es del Niño Dios para todos los seres del mundo y muy en especial para todos los niños. No hay niño que no espere ansiosamente la llegada del 25 de diciembre para adorar a Nuestro Dios en el humilde pesebre de Belén.

Los niños guiados por el amor de sus padres siguen sus enseñanzas y preceptos y creen fielmente todo lo que sus progenitores les dicen con la palabra y con el ejemplo. Somos pues, los padres, los responsables de lo que serán en el futuro nuestros hijos.

Ellos crecen rectamente con el apoyo de sus progenitores y la candorosa inocencia de sus almas infantiles, la más grande responsabilidad que nos entrega Dios desde el momento de su concepción.

Porque por sus frutos los conocerán...

De Buen árbol -> Buen fruto
y De Mal árbol -> Mal fruto. 

La Biblia lo confirma cuando dice: “Ustedes los conocerán por sus frutos. No se sacan uvas de los espinos, ni higos de los cardos. Todo árbol bueno da frutos buenos, y el árbol que no es bueno no los da"  (Mateo 7,16-17)


¡Llevemos la felicidad a cada niño en esta Pascua de Navidad!

¡Démosles un regalo, una sonrisa o una caricia!

¡Demostrémosles que los queremos y amamos con y por el Amor que Dios puso en nuestras almas para ponerlos en el corazoncito de los niños, los preferidos y amados por Jesús!



¡No hagamos distingos de ninguna categorización humana!... Todos los niños son niños, los negritos, los amarillos, los morenitos o los blancos; los mahometanos, los cristianos o los musulmanes; los pobres o los ricos; los enfermos o los sanos; los árabes o los judíos, absolutamente todos, sin excluir a ninguno, que seguramente Dios en el cielo sonreirá cuando le demos nuestro amor a cualquier niñita o niñito que veamos el 25 de diciembre por nuestro camino.


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo rey!!!






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