miércoles, 3 de febrero de 2016

Acciones especiales que Dios espera y quiere de todos nosotros.


¿Hemos alguna vez pensado como desea Dios que nos dirijamos a Él, cuando solicitamos un favor, una ayuda o su divina protección? 

Tal vez nunca lo hemos ni siquiera considerado, nuestra oración es casi siempre una rutina de pedir y pedir sin descanso, por cualquier dificultad que se nos presente en nuestras vidas.


Consideremos muy en serio lo que Jesús nos dice: 
"Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón; y así encontraran alivio. (Mateo 11, 28-29)"
En estas palabras Jesús nos da a conocer la primera cualidad que debemos tener para agradarle y poder comunicarnos con Él, ¡la humildad!.  La humildad es la reina de todas las virtudes, quien no es humilde no entrará en el reino de los cielos.


La Humildad es el primer paso hacia la Santidad. La Santidad es sencillamente el deseo de complacer a Jesús, Dios y Señor Nuestro. Santificarse es unirse a Dios y a esta unión es a la que Él nos llama. Lo que Dios permite que nos pase está plenamente sopesado, ésa es la voluntad de DiosSu amor por nosotros es infinito por lo que su voluntad jamás será un mal, al contrario será un bien, ya que lo que Él quiere es nuestra felicidad eterna.

Reflexionando humilde y piadosamente, todos deberíamos considerar nuestras aflicciones y desgracias como frutos de la voluntad de Dios para nuestro bien. De allí que nuestras oraciones y plegarias a Dios deberían ser en favor de nuestros hermanos que no conocen a Dios o para aquellos que los falsos ídolos los han alejado de Él.

Otra cualidad de nuestra comunicación con Dios, y que a Él le agrada, es manifestarle nuestra plena confianza en su misericordia y eterno amor por todos nosotros, sin importar lo que hagamos, pensemos o digamos, porque Él nunca nos dejará solos y abandonados. 

Ese es el misterio divino de nuestra fe. Fe que fue derramada en nuestros corazones por el Espíritu Santo por medio de los Santos Sacramentos del Bautismo y de la Confirmación.

Dios desea que el arrepentimiento de nuestros pecados sea el pleno reconocimiento de la ofensa cometida contra Él y que conscientes del mal inferido, expresemos irreversible y categóricamente, que estos hechos indignos jamás los volveremos a cometer.

Una acción que verdaderamente complace a Dios, es que en nuestras oraciones tengamos como intermediaria a nuestra Santísima Virgen María, Madre de Dios. Porque ella por su especial divinidad sabe cómo dirigirse a Dios Padre, con esa humildad de purísima y única personalidad que el mismo Dios quiso que ella tuviese por ser la elegida para ser la madre de su Unigénito, Jesucristo Nuestro Señor.

Para finalizar, invitamos a todos aquellos que aún no pertenezcan a la Adoración Eucarística Perpetua a concurrir a una Capilla de Adoración Eucarística Perpetua y gozar de la más excelsa comunicación con Dios verdaderamente presente y vivo en la Divina Hostia Consagrada, y con las palabras del silencio espiritual decirle a Jesús Sacramentado, “En tí espero, en tí confío, en tí creo.”


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!


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