miércoles, 9 de enero de 2013

La Soberbia Pecado Capital... Origen del Mal


Soberbia: (Del latín superbia), Es un sentimiento de valorización personal por encima de los demás.

  • Es el pecado del demonio porque de él nació cuando el ángel Luzbel se rebeló contra Dios.
  • Es el pecado principal, del cual se originan los otros pecados capitales.
  • Es el pecado que Dios aborrece más.
  • Es el pecado que hizo que nuestros primeros padres fueran expulsados del paraíso.
  • Es el pecado que nos corrompe a todos los seres humanos y que lo llevamos en nuestros corazones hasta la muerte.
  • Es el pecado que no podremos jamás vencer, sin la ayuda de Dios.



El más efectivo antídoto contra este maldito pecado es la Humildad.


En este modesto preámbulo hemos tratado de resaltar los puntos más altamente negativos de la Soberbia, primer pecado capital señalado por la Teología Católica.

Su universalidad es un peligro constante contra toda manifestación natural de los seres humanos. Una de sus principales armas consiste en el disfraz que emplea para apoderarse de la mente y del corazón de todos  los hombres.

El orgullo que puede utilizarse a veces como sinónimo de soberbia, también puede emplearse como un acto de reivindicación y autoafirmación de ciertos valores personales, pero... 

¡CUIDADO!  

Algunas de las siguientes pueden ser  manifestaciones del orgullo en grado de soberbia:

  • Rebeldía ante la obediencia.
  • Autoritarismo al mandar.
  • Envidia a los valores de otros.
  • Enfados y enojo contra aquellos que no aceptan o comparten con nuestra forma de ver las cosas.
  • Malhumor en la convivencia familiar.
  • Negar los errores y magnificar los aciertos propios.
  • Vestir con ostentación.
  • Buscar aparecer como indispensables en nuestras labores.
  • Cumplir servicios a la iglesia o comunidad en afán de ser reconocidos públicamente.
  • Saludar para que se nos reconozca y se nos distinga.


... y podríamos seguir y seguir consignando todas nuestras acciones que tienden a una satisfacción personal en vez de representar una actitud de amor al realizarla  en el nombre de Dios Nuestro Señor, para su alabanza y gloria eternas.

Dios nos invita a ser santos y no aparentar serlo por beneficio propio.

Muchos creemos que porque cumplimos con nuestras obligaciones religiosas, porque ayudamos al necesitado o porque  visitamos al enfermo ya tenemos ganado un lugar en los altares... No es así, la santidad no la conseguimos nosotros solos, la santidad nos viene de Dios

Todo lo que hagamos debemos hacerlo por amor a Dios, con infinita humildad, sin pensar en nosotros,  sabedores que "No soy yo el que vive, sino Dios el que vive en mi". "Que yo sin la ayuda del Altísimo, no soy nada".

Sentimientos que debemos experimentar en cada célula de nuestro organismo sin más regocijo que el de complacer a Dios nuestro Señor.

Ser santo no es fácil,

Es caer y volverse a levantar. 

Hundirnos en la desesperanza y reflotar en la luz de un nuevo intento.

Es arrancar una y otra vez la semilla del pecado de nuestros corazones 
y si vemos que el pecado vuelve a brotar, 
abrir con la fuerza del amor nuestra alma,
para que Jesús Sacramentado, la sostenga en sus manos 
y la limpie para siempre de toda ignominia, 
de toda maldad y de toda impureza. 


Queridos hermanos, no nos confiemos, el demonio espera una oportunidad para robarnos el corazón. 

No le dejemos entrar en nuestras vidas. Con la ayuda de Dios, arrojémoslo junto con su aliada, la soberbia, a las inmundas tinieblas de donde vino.

Y que cada día que amanezca en la plenitud de la aurora matinal acompañando a Jesús Sacramentado, reanudemos con fe y esperanza el camino que nos llevará a la eternidad de la gloria infinita de vivir solo en Dios nuestro Señor.


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!





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