Que todo ser humano bautizado sea distinguido por la Gracia de Dios para alcanzar la Santidad. “Sed santos en toda vuestra conducta como dice la escritura: 'Seréis Santos, porque Santo Soy Yo'.” (1 Pedro, 1, 15)
No solamente los sacerdotes o personas de ordenación religiosa pueden ser santos, sino todos los que vivimos en la fe y escuchamos el llamado y respondemos a él, podemos ser canonizados por nuestros méritos propios y la ayuda de Dios.
La santidad es un estado de perfecto equilibrio mental, espiritual y material conforme con la moral religiosa de la Iglesia Católica.
Llegar a ser Santo no es fácil, ni labor de un día, una semana, un mes o un año, ser santo es un camino que dura toda la vida, que empieza con tu irrenunciable compromiso el mismo día que recibes y aceptas el Llamado de Dios hasta el último instante de tu vida terrenal.

Pero estos hombres y mujeres de Dios lucharon fieramente contra las tentaciones, y aunque lo hubieron de hacer diariamente, su escudo protector era la fe, su celestial protector, San Miguel Arcángel y su ángel de la guarda, su inspiración divina, la fortaleza del Espíritu Santo y sobre todo el infinito amor de Jesús Dios y Señor Nuestro.
Para llegar a la santidad se requiere de mucho esfuerzo, y que las circunstancias de la vida mundana no te alejen del camino señalado por Dios.
He aquí algunos factores que nos impiden a muchos ser santos, aunque creamos que tenemos las condiciones para obtener esta altísima gracia, que Dios nos ofrece a todos.
- Primero: No escuchamos el llamado de Dios en nuestro corazón y si lo escuchamos no le respondemos por falta de fe, de amor y de vocación sincera.

- Segundo: No comprendemos que la Santidad es un proceso gradual, que dura toda la vida y no se obtiene como un título después de haber aprobado unos exámenes. Nos falta humildad, paciencia y espíritu de sacrificio.
- Tercero: Suponemos que la santidad es un don exclusivo y personal que solamente nos involucra a nosotros, sin aceptar que es también externo a nuestro ego y abarca a todo lo que nos rodea en nuestro cotidiano quehacer en la vida, como son todos los seres vivos racionales o irracionales, todos los elementos de la naturaleza, y a todas la situaciones y acontecimientos que experimentamos día a día.
- Cuarto: Porque no tenemos el sumo grado de humildad que nos haga posponernos ante cualquier criatura de Dios.
- Quinto: No reconocemos que la voluntad de Dios es indiscutible e insustituible y que debemos obedecerla y aceptarla sin dudas, vacilaciones o rechazo alguno.
Hermanos, si no hemos tenido la inmensa felicidad de estar en el camino de la santidad, no desmayemos en tratar de imitar a los santos que han tenido como su mayor satisfacción no ser más que templos vivientes donde por siempre tenga su morada la Santísima Trinidad y la ternura y amor de la Virgen María Madre de Dios.
Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!