Desde tiempos ignotos el ser humano ha tratado de encontrar una explicación a la muerte y no ha podido consensar cabalmente una respuesta contundente a su pregunta.
La ignorancia ha sido el principal factor que le ha impedido salir de esta encrucijada. Los hombres a través de las diferentes eras de su existencia sobre la tierra en su completo desconocimiento del enigma de la muerte, han tratado de darle a ésta un carácter sobrenatural, convirtiéndola en un asunto divino emanado de sus dioses, creados también en su ignorancia, la cual convertía en dios a todo aquello que sus limitados conocimientos no podían explicar.
Las fiestas paganas o eventos en los que el punto principal era el ser privado de la vida al cual se le rendían cultos y también por extensión a la causante principal: la muerte, fueron practicados en nuestras tierras desde épocas prehispánicas. En un principio estas costumbres consistían en enterrar a sus muertos acompañados de una provisión de alimentos que permitieran al difunto comer durante el tránsito que debían realizar por los siete cielos previos a su llegada a su morada final. Igualmente los vestían con sus mejores ropajes y ataviados con sus pertenencias más preciosas. Lo cual nos permite deducir que los antiguos mexicanos creían en que la vida era una existencia temporal y que la muerte era la culminación para llegar a un destino final de gloriosa paz y felicidad.
Con la llegada de los conquistadores europeos, sus creencias fueron poco a poco modificándose de acuerdo a la labor misionera de los sacerdotes católicos que venían con los ejércitos españoles, y es así como años después entre los aborígenes surgió la idea de recordar a sus muertos en el día de los difuntos para lo cual erigían altares que adornaban con hojas de palmas y flores de color amarillo llamadas “zempazuchitl”. En dichos altares colocaban diferentes tipos de alimentos para que los difuntos que vinieran a visitarlos pudieran disfrutar de sus comidas preferidas como cuando estaban vivos.
Estas costumbres subsisten hasta nuestros días y es muy normal observar en cualquier sitio los altares de muertos en la festividad del día de los fieles difuntos el día 2 de noviembre de cada año. Indudablemente las creencias son otras y nadie piensa que el muerto venga y coma los alimentos expuestos en el altar, pero con aquellos altares se recuerda a los seres queridos que partieron al mas allá a su encuentro con Dios Nuestro Señor.
La Iglesia Católica celebra el día de difuntos para orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y, especialmente, por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio. Es también usual asistir al cementerio para rezar por las almas de aquellos familiares o amigos quienes ya abandonaron este mundo.
Hermanos adoradores de la Sagrada Eucaristía, en estos días cuando vayamos a visitar a Jesús Sacramentado en nuestra Capilla de Adoración Eucarística Perpetua, no olvidemos de rezar una oración por las almas de aquellos que partieron de este mundo para su encuentro con Dios Nuestro Señor. Jesús, que venció a la muerte nos escuchará y seguro les dará el descanso eterno que merecen.
¡¡Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado!!
¡¡¡¡¡Viva Cristo rey!!!!!!