Hoy en día tenemos muchas obras de misiones establecidas con muchos propósitos pero con el único fin de propagar la fe católica, generalmente son hermanos y hermanas que pertenecen a una congregación determinada y en su misión apostólica siguen reglas establecidas por sus superiores mediante las cuales cumplen con su obra evangelizadora.
¿Y tú hermana o hermano, eres misionero? ...Tal vez no, pero claro que puedes serlo, solo necesitas tener conocimiento de tu religión, de las Leyes de Dios y su cumplimiento, de los mandamientos de nuestra Santa Iglesia Católica y una fe y amor inquebrantables a Dios Nuestro Señor. Viaja por toda tu Parroquia y acude a los pueblos donde veas que se necesita la obra evangelizadora. Enseña con la palabra y con el ejemplo y siembra la semilla en el corazón de todos aquellos hermanos de tibieza espiritual o que estén alejados de Dios.
En la actualidad, ya tenemos esta clase de misioneros seglares que bajo la dirección de sus respectivos párrocos cumplen solitariamente la misión tal como lo hicieron nuestros primeros misioneros. No es un trabajo fácil, se necesita mucha paciencia y sobre todo constancia somos “vendedores” de puerta en puerta que “vendemos” la paz y el amor que nuestro señor Jesucristo nos enseñó. ¿El precio? Solamente nos tienen que dar un pedacito de su corazón para sembrar en él un pedacito del corazón de Jesús y con su fe y perseverancia ganaran el cielo que Dios les tiene prometido.
Intentémoslo hermanos Adoradores de la Santísima Eucaristía, hagámoslo con el fin de servir a Dios Nuestro Señor y mostrarle que le amamos por intermedio del amor que les demos a nuestros hermanos, porque como Él nos dijo: “Lo que hicieres por el más pequeño y necesitado de tus hermanos, lo estarás haciendo por Mí.”
Dios está contigo y la fuerza del Espíritu Santo te fortalece, ¡No temas!, así como te uniste voluntariamente a la Adoración Eucarística Perpetua, únete también a la acción misionera laica y ten la alegría de otra vez servir a Dios Nuestro Señor. Acércate a tu párroco y conversa con él. Él te guiará, él te apoyará y Dios te lo agradecerá.
¡¡Bendito y alabado sea por siempre Jesús Sacramentado!!
¡¡Que Viva Cristo Rey en nuestros corazones!!
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