Hoy Jueves 4 de Junio, la Iglesia y
todo el concierto del mundo católico jubilosamente celebramos la Fiesta de la Santísima Eucaristía. Es una de las solemnidades más importantes de nuestro Calendario Litúrgico.
Esta fiesta es conocida con el nombre
de Corpus Christi (Cuerpo y Sangre de Cristo) y conmemora la institución de la Santa Eucaristía por el mismo Jesús, en la Última Cena del Jueves Santo. Tiene
el fin de tributarle a la Eucaristía un culto público y solemne de adoración,
amor y gratitud.
Se celebra en toda la iglesia
universal católica latina el Jueves después del Domingo de la Santísima Trinidad, que a su vez tiene lugar el Domingo siguiente a Pentecostés, o sea
que la Fiesta de Corpus Christi se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección.
Específicamente el Corpus Christi es el Jueves que sigue al noveno Domingo después
de la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. Esta fiesta ha sido
trasladada al Domingo siguiente, para adaptarla al calendario laboral.
La Solemnidad del Corpus Christi se
remonta al siglo XIII y su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de
los católicos en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento.
Creemos en la presencia real de Jesús
en la consagrada hostia no porque entendamos como ocurre, sino por
nuestra fe en Jesús, quien mientras estaban comiendo, tomó el pan y lo bendijo,
lo partió, y dándoselo a sus discípulos dijo: ‘‘Tomad y comed, esto es mi
cuerpo." (Mt 26, 26)
La Eucaristía es el Sacramento de la
esperanza, porque Jesús nos aseguró, antes de ascender al cielo, que volvería a
nosotros. "No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros." (Jn 14, 18)
La Sagrada Eucaristía es el medio que
escogió para volver y permanecer con nosotros para siempre. La Eucaristía es el
cumplimiento de su promesa. “Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo". (Mt 20, 28).
La Santísima Virgen María es el
ejemplo más elocuente del amor y reconocimiento de la presencia real de Jesucristo
en el Santísimo Sacramento, pues después de la ascensión a los cielos de su
amado y divino Hijo, pasó muchas horas en adoración, porque ya no había límite
en la unión divina que podía compartir con Él.
Queridos hermanos, que este hermoso día
sea el motivo que nos impulse a reafirmar nuestros votos irreversibles de
fidelidad y amor a nuestro Dios realmente vivo y presente en la Sagrada Fórmula
expuesta en su morada terrenal, nuestra Capillita de Adoración Eucarística Perpetua.
Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
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