
Cuenta la historia que en el año 1630 un acaudalado hacendado portugués radicado en lo que es hoy la Provincia de Santiago del Estero, República Argentina, solicitó a un amigo portugués que vivía en Brasil le enviara una imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción.
Para darle una opción más, el amigo le envió dos imágenes. En mayo de 1630 las imágenes llegaron al Puerto de Buenos Aires y fueron empacadas en cajas diferentes cada una, subiéndolas a una carreta rumbo a su destino final.
Después de tres días de viaje, la caravana donde iba la carreta, hizo un alto a cinco leguas del actual pueblo de Luján. Después del descanso y dispuestos a continuar el viaje, los bueyes de la carreta, se negaron a avanzar. Y después de varios intentos infructuosos decidieron bajar una de las cajas, ante lo cual los bueyes iniciaron su marcha sin ningún problema.
En su curiosidad por saber que contenía la caja descargada, la destaparon, hallando en ella una pequeña (38 cm. de altura) imagen de la Inmaculada Concepción hecha de arcilla cocida. Las gentes creyentes del lugar interpretaron lo acontecido como providencial y se la entregaron al dueño de las tierras de ese lugar.

Después de un tiempo, ya muerto el dueño de la estancia, ésta se vio muy abandonada por lo que una acaudalada dueña de un mejor lugar logró trasladarla a su finca a orillas del río Luján.
Feliz de tenerla en su oratorio a la mañana siguiente de su traslado fue a rezarle, pero la virgen no estaba en su lugar. Al buscarla, la encontraron en donde originalmente estaba. Creyendo que era el esclavo Manuel el que llevaba a la virgen a su antigua morada, lo estancaron al piso sin movimiento. Pero la virgen siguió volviendo a su lugar original.
La dueña consultó a las autoridades eclesiásticas y civiles sobre el problema del traslado de la Virgen y ellos viajaron al lugar y estudiaron lo sucedido. Esta vez la Virgen fue trasladada al nuevo lugar en una devota peregrinación y en compañía de Manuel. Desde ese momento la imagen no volvió a su antigua capilla.
En 1886 se presentó al Papa León XIII, la petición del Episcopado y de los fieles del Río de la Plata para la Coronación de la Virgen. El Pontífice bendijo la corona y le otorgó Oficio y Misa propios para su festividad. La coronación se llevó a cabo el 8 de Mayo de 1887.

La imagen de la Virgen en 1887 fue recubierta de plata sólida para evitar su deterioro. Viste una hermosa túnica blanca y un manto azul celeste (colores de la Bandera Argentina). La virgen es morena, de rostro ovalado y de ojos azules.
Queridos hermanos, hoy 8 de mayo, es la festividad de Nuestra Señora de Luján, que ella sea por esta vez la que lleve a su amado hijo nuestro amor en una humilde oración.
Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
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