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miércoles, 16 de enero de 2013

¿Has Tratado Alguna Vez de Saber Cuánto en Verdad Amas a Dios?



La inquietud de conocer sobre nuestros gustos, inclinaciones o capacidad física o mental nos ha llevado a contestar encuestas, donde mediante preguntas escogidas, nos califican según nuestras respuestas, con  el valor que poseemos sobre el tema encuestado.

La valorización resultante nos puede alegrar, entristecer o sernos completamente intrascendente, pero hemos satisfecho una curiosidad personal que raramente la compartimos con alguien más. Es parte de nuestra secreta e íntima soberbia.

Ahora bien, tratándose de Dios, alguna vez has querido saber ¿cuánto en verdad lo amas?... No son muchas las encuestas que se publican, diría que casi no existen, para determinar si amamos a Dios, nuestro Creador.

Sólo Él sabe cuánto lo amamos verdaderamente.

Y, ¿Nosotros lo sabemos?... Respondo solo por mí, ¡Creo que NO!... Y Ustedes, ¿qué responderían?

Al azar, sin intención alguna de juzgar por una respuesta y menos de calificar un AMOR tan íntimo como el amor a Dios, les presento una serie de acciones mentales o físicas que nos llevarán a situaciones de duda o de firme creencia según nuestro propio criterio y verdadero sentir.

Cuando rezas el “Padre Nuestro”...
¿Sientes en verdad que te estás dirigiendo a Dios tu Creador?

Y cada frase de la oración...
¿La sientes en tu corazón? por ejemplo cuando dices “Hágase tu Voluntad”

o cuando repites...
“Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”

o cuando con verdadera intención de no pecar, ¿le dices a Dios?
“No nos dejes caer en tentación”

Cuándo te diriges a Jesús clavado en la cruz por tus pecados...
¿Sientes en tu propia carne el dolor de los clavos 
que atraviesan sus manos y pies, o late en tu costado
la sangre que produce la herida hecha por la lanza
de Longinos en el costado de Jesús?

Dime, si el corazón no se te encoge y palpita emocionado lleno de amor cuando sabes que en la Santa comunión recibes el cuerpo y sangre de Jesús nuestro Redentor?


¿Has alguna vez dado la última moneda que tenías para comprar un pan a un pobre que te rogaba se la dieras en nombre de Dios?

¿Has pospuesto tu asistencia a una fiesta o convivio con tu familia o tus amigos, para visitar a un hermano enfermo y abandonado?

¿Has dado de corazón una ropa que tu usas a diario y no solo la que ya no te sirva, para vestir al hermano desnudo?

¿Cuántas veces has vuelto a crucificar a Jesús repitiendo el pecado que mil veces has jurado no volver a cometer?

Acaso ¿si llegara el momento de demostrar tu fe y amor a Dios, te sacrificarías entregando tu vida como lo han hecho y lo siguen haciendo los mártires de la Santa Iglesia Católica?

Son preguntas que tú solo, en la intimidad de tus pensares, puedes responder. 

¡Examina tu conciencia con la severidad de quien busca la verdad!

Respóndete  sinceramente a ti mismo, y pídele perdón a tu Dios por no amarlo como lo mucho que Él te ama a ti.


Hermanos, mañana o pasado mañana, cuando sea nuestra hora de hablar con Jesús Sacramentado en la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua... 


¡No procedas con la rutina de las oraciones acostumbradas!



Háblale con la docilidad del hijo al Padre, y trata de decirle: 


“Padre mío, no he pasado la prueba de Amor,
y te imploro con lágrimas en los ojos 
y ruptura dolorosa de mi alma y corazón,
que me perdones y me des la fuerza necesaria
para romper las cadenas que me atan
a mi humanidad de soberbia y apego terrenal
y con tu Infinito Amor y Ayuda
pueda a partir de hoy, 
Dejar de ser Yo,  para que solo Tú  Vivas en mí.”




Alabado y Adorado, sea por Siempre Jesús Sacramentado


¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!

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