
Pero ¿de aquel que sufre de un mal espiritual? No lo podemos identificar fácilmente y muchas veces solo lo comprendemos cuando abiertamente nos solicita nuestra ayuda.
Para poder definir un ejemplo de alguien que clama por ayuda espiritual nos permitimos exponerles un caso anónimo que hoy tocó a nuestra puerta, escribiéndonos lo siguiente:
“En mi ciudad ya tenemos la gran bendición del Santísimo expuesto día y noche. Pero ni los sacerdotes ni la coordinación se interesan por luchar para que se mantenga abierta como su nombre lo dice: PERPETUA. Tenemos aproximadamente 8 meses de iniciar y no hemos podido completar de capitanes... muchos ya renunciaron y los poquitos que asistimos estamos mal, pues como desde nuestra cabeza las cosas no son tomadas con el amor y la importancia que tiene la Sagrada Eucaristía, ha empezado a haber divisiones entre el mismo equipo. A mí me entristece que esto pudiese traer como consecuencia el cerrar la Capilla, pues ha bajado mucho la asistencia de adoradores comprometidos con su hora.
Quisiera pedirles mucha oración por nosotros y si alguien me pudiera asesorar sobre cómo hablar con el Padre encargado y la coordinación y hacerles ver que todos estamos mal por no darle el Honor y Gloria a Jesús mediante la Adoración Eucarística.
Gracias y Bendiciones
P.D. Ojalá alguien vea esto y me conteste pronto"
Qué situación tan desesperada y desconsoladora la de esta persona que clama por ayuda espiritual. No conocemos a fondo el origen exacto del problema que es necesario conocer para dar una respuesta y consejo eficaz.
Ya hemos contestado a esta persona por el mismo medio en que recibimos su solicitud de ayuda. Igualmente hemos solicitado a una de las hermanas misioneras de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento que investigue y le proporcione la ayuda necesaria para resolver tan delicado problema.

Esta situación, queridos hermanos, nos ha motivado a volver a insistir en la recomendación de que todos los Adoradores, además de nuestra Hora Santa con Jesús Sacramentado a la cual asistimos con alegría y fe, debemos de procurar ayudar al hermano cuya fe sea débil y su asistencia intermitente. Y mediante la palabra y el ejemplo volverlo a encaminar por el sendero que Jesús nos ha señalado.
Seamos evangelizadores de los no completamente evangelizados, liberemos al encadenado por sus dudas y flaquezas y hagamos del esclavo de la indiferencia un ser defensor de la fe, un verdadero Adorador Eucarístico Perpetuo.
Que en estos dos domingos que faltan para completar el tiempo de Adviento, al encender las velas de la corona encendamos la llama que puso en nuestros corazones el Espíritu Santo el día de nuestro bautismo y preparémonos debidamente para Adorar al Niño Dios, Jesús Nuestro Señor, con toda nuestra vida, con toda nuestra fe, con todo nuestro amor.
Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo rey!!!
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