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jueves, 14 de octubre de 2010

El Pan del Alma: La Sagrada Eucaristía

¿Puede acaso el ser humano vivir sin comer alimento alguno?... No, porque infaliblemente morirá y su existencia física terminará.

Igualmente, aquél que no alimenta su espíritu con la Sagrada Eucaristía, no podrá vivir espiritualmente tanto en la tierra como en el cielo. Jesucristo instituyó la Sagrada Eucaristía en la Última Cena cuando tomando el pan lo bendijo y partiéndolo se lo dio a sus discípulos diciendo:
“Tomad y comed, esto es mi cuerpo”. Y tomando el cáliz dando gracias, se los dio, diciendo: “Tomad y bebed todos de él, porque esto es mi sangre del nuevo testamento, que será derramada por muchos para la remisión de los pecados”.

El recibir la Eucaristía se producen en el alma los siguientes efectos:

º Aumento de la Gracia Santificante

º Producción de Gracia Sacramental

º Perdón de los Pecados veniales

º Es prenda de Vida Eterna

Además el recibir a Cristo en cuerpo y sangre nos llenamos de su paz, amor y ternura. No hay estado más feliz de un ser humano que aquel del que gozamos infinitamente después de haber comulgado.


El espíritu se regocija envuelto en un espiral de tranquilidad que lo lleva directamente a la presencia de Dios. En esos momentos tan sublimes que experimentamos cuando volvemos a nuestro lugar en el templo después de comulgar, nuestra mente y pensamiento solamente ve, percibe y siente la presencia en nuestro corazón de la sangre de Cristo que se ha integrado al torrente de nuestra sangre. Oh dios mío, si esto es lo que sentimos vivos en la tierra encerrados en nuestro cuerpo físico temporal, ¿Cómo será la infinita alegría y felicidad que experimentaremos cuando estemos en alma y espíritu adorándote en el cielo por toda la eternidad?

Por esto no podemos comprender que puedan existir seres que se pasen meses y hasta años sin recibir la Sagrada Eucaristía. ¡Qué infertilidad espiritual!, ¡Qué ausencia de paz y tranquilidad en sus vidas!... son cuerpos vacios, horizontes desiertos donde el alma agoniza cada día inmersa en la soledad sin tener la compañía de Jesús Sacramentado.

Oremos pues con toda nuestra fe para que aquellos hermanos alejados del Santísimo Sacramento sientan el llamado que les hace Jesús y vuelvan a ser parte activa de nuestra Santa Iglesia Católica y Apostólica.


Hagamos labor misionera persistente para que aquellos que creyeron y dejaron de creer, que amaron y dejaron de amar, que adoraron y dejaron de adorar, regresen y encuentren el camino que los llevará a gozar de nuestro Señor Jesucristo y salvar sus almas de las garras de su indiferencia contumaz que los llevará a su eterna perdición.
Hermanos cada vez que visitemos al Señor Nuestro Dios en su casa, nuestra Capilla de Adoración Perpetua, oremos y pidámosle a Jesús Sacramentado que nos de la fuerza, constancia y sabiduría del Espíritu Santo para que nos ayude a recuperar a las almas perdidas de aquellos hermanos que viven en la desgracia de no tener al corazón de Jesús Sacramentado en sus corazones.

Dios está con nosotros, no estamos solos, ¿Quién nos podrá vencer con tan omnipotente Padre Nuestro que vive y reina en los cielos por los siglos de los siglos?



¡¡Viva Cristo rey!! Adorado y alabado sea por siempre Jesús Sacramentado.

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